Antes de la presentación de Los primeros cimientos, su primer disco, charlamos con Tomás Solo. Será este viernes en Ochava Roma.
El primer disco de Tomás Solo, el no-alter-ego de Felipe Ojalvo, Los primeros cimientos (2017, Repelente Discos) consta de ocho temas que suenan a que el pop y el indie se metieron a jugar en un un laboratorio: “si bien estudié guitarra estoy lejos de ser un músico formado, pero eso no me limita al momento de tocar, muchas veces me muevo instintivamente. Consciente o inconscientemente hay desde los sonidos hasta las palabras como un registro del niño, de quien quizás juega con un vaso pensando en una nave espacial. Pero también noto que las experiencias que tuve haciendo poesía oral fueron super pedagógicas para mí en el sentido de que me saqué de encima el pudor de hacer algo enfrentado directamente a un público, entonces ahora nuevamente me encuentro haciendo algo nuevo sin haberme preparado específicamente pero me la juego igual. De hecho ahora no me exijo para componer como sí lo hacía cuando escribía para ese otro lenguaje”. Lo lúdico no es para él un método y ya. El jugar define el espíritu de las canciones que trae al mundo: Tomás su nombre de ficción desde que iba a primaria, cuando, como hoy para sus canciones, "no quiero usar mi nombre de ser humano”.
A partir del primer tema, Fin de año, se empieza a armar a lo largo del álbum la historia de un chico que perdió al perro sí, pero también las cosas que le pasan a un estudiante, a alguien que vive solo, a quien se cuelga mirando para arriba tirado en la terraza buscando formas ahí donde las posibilidades están para quienes saben aprovecharlas.
La guitarra acústica se hace respetar a cada rato, casi como sacando chapa por su antigüedad: “cuando tuve tres temas compuestos en voz y guitarra hablé con Emma Bayúgar, a quien admiro un montón como artista y obvio que tengo una confianza también con él, a ver si se quería manejar con los synthes y teclas. Una vez que me dijo que le interesaban las canciones, empezamos a canalizar mi deseo de grabar, más que de tocar quería hacer el disco. Mechi Femenia también fue parte importante del proceso, incluso fue ella la que me invitó a recitar junto a Chapa (Perrone) y al final se dio que él no pudo así que encaré con la guitarra y toqué lo que tenía y ella se sumó para hacer percusiones y recitar algunas cosas”.
Además, Mechi armó algunas pistas, programaciones, panderetas y synthes. En el segundo tema, Los tetluanes, las voces de Tomás y de la artista invitada se mandan una versión libre de El informe de Brodie, en el que confluyen los intereses de un aficionado a la literatura borgeana a punto de convertirse en profesional de la sociología.
Tratando de escapar del rigor científico con el que machaca la universidad, Los primeros cimientos lleva un andar desprejuiciado, acusando sospechas psicodélicas sobre si el kiosco de la vuelta existe o no, también de la historia de los golpes militares en latinoamérica. “Obviamente que yo intento despojarme un poco de eso académico, aunque obviamente que no llego a ser esquizofrénico, cada tanto algo de eso llega hasta las letras. Y en lo que tiene que ver con el sonido, si bien la esencia de la música está en esa guitarra percutiva, para la presentación del disco estoy arrimándole guitarra eléctrica y a las canciones les vino bárbaro, ese poder conecta muy bien, así que estoy pila con la idea de que hay que salir a defenderlas en vivo, ponerle cuerpo a esa media horita colgada en YouTube o Bandcamp”.
Justamente fue a través de esas plataformas que él empezó a sumar ejemplos de que la distancia entre un disco y poder hacerlo no son tan extrañas como lo fue para los músicos de otro tiempo: “me siento bastante influenciado, más allá de por el estilo de música, por esa cosa del indie de que se graba lo que se tiene con lo que hay”. Guitarra, un micrófono y una computadora más o menos buena alcanzan para asegurar la publicación del material. Emma Bayúgar fue quien grabó y mezcló, José M. Hernández quien masterizó.
La presentación oficial de Los primeros cimientos va a ser este viernes en Ochava Roma (Santiago de Chile 2696), desde las 21. La apertura de la noche va a estar a cargo de los entrerrianos de Famélicos. Las entradas costarán 50 pesos y habrá barra con comida y bebida a cargo de Dos Reinas.