Resonancias actuales del viejo patriarcado rural, en La Biunda.
La Biunda, estrenada por el grupo santafesino Las Carlinas, realizará tres nuevas presentaciones antes del fin de año en el Centro Cultural Provincial los días 21 y 28 de octubre y en el teatro La Abadía el 25 de noviembre. Sus directoras, Marina Vazquez y Flavia Del Rosso, si bien mantienen el texto de Carlos Carlino en su pureza original, agregan muchos condimentos que le dan vigencia y potencian a esta singular versión.
La Biunda (1952) no sorprende por su temática: transcurre en una colonia piamontesa del campo santafesino a principio de siglo y versa sobre un tema tabú para la mayoría de las familias, donde una de sus hijas “está...” y por lo tanto deberá “ser casada”; sorprenderá, en cambio, por la manera en que será contada esta historia. El autor, con una mirada inteligente, observa el final de la “épica gringa” y sobre esto Marina Vázquez afirma “había llegado el tiempo en que la comunidad de inmigrantes empieza a mirarse hacia adentro. Comienza una postura más crítica, que es la tragedia, en la cual se cuestiona la desmesura de la búsqueda de la abundancia que desvía la mirada de otras cosas”.
Vazquez participó como actriz en el grupo que la estrenó por primera vez en 1980 con la dirección de Jorge Conti: “ya tenía un recorrido viseral, por las profundidades del texto a partir del del personaje de Catalina, la madre, que encarné con mis pocos años” Conti, si bien mantuvo una puesta más clásica, según Marina, “tenía gran intuición dramática” y narró historia desde la fiesta, un recurso que ella mantendrá en su versión de La Biunda 2017.
La obra de Carlino, dueña de una estructura dramática bella y potente, pero previsible, vista desde los albores del siglo XXI, estalla en las manos de las directoras que a partir de diversos recursos escénicos generan una inusitada vigencia que se hace eco de los reclamos sobre la violencia contra las mujeres. “La historia habla sobre alguien que quiere jugar un juego distinto, un juego mas vinculado a su deseo en su apertura a la femineidad, a su condición de mujer y no le es posible en ese universo. Y como carece de palabras para expresarse, culturalmente hablando, solo puede poner el cuerpo”, así definirá a La Biunda Marina Váquez. Pero lo que en escena alguien puede leer como una tragedia, también puede ser un acto de disenso. Quitar el cuerpo del espacio es correrlo de la transacción tan brutal que quiere hacerse sobre ese cuerpo.
En cuanto a la co-directora Flavia Del Rosso, Marina Vázquez expresa: “Una de las razones para buscar otra mirada que vuelve más contemporánea la propuesta fue la elección de mi co-directora Flavia Del Rosso que empezó como asistente de dirección y tuvo a su cargo el aprestamiento corporal pero finalmente devino como co-directora por su impronta y compromiso de trabajo. Flavia tiene una actitud no tradicional por eso nos llevo a pensar en texto con una mirada más actual. Ella es feminista y trabaja lo corporal de forma no realista, sino con acciones reiteradas a la manera de la antropología teatral, basado en las ideas del Odín Teatret de Eugenio Barba” dirá la directora de gran trayectoria santafesina.
En La Biunda son variados los recursos que van tejiendo una red de significados alrededor de los cuerpos: la repetición constante de una misma acción que caracteriza social e individualmente a los personajes, los cambios de roles que pueden generar inquietud como el caso de la actriz Maia Esquivel que con un cuerpo voluptuosamente femenino interpreta con creces al Checo y padre de la Biunda, y logrará conducirnos al verosímil de esa realidad tremenda de un padre negociando con el vecino a su propia hija porque ella “está...”. De esta forma, cada espectador podrá reflexionar sobre el impacto de ver a una mujer en ese rol que históricamente ha sido ocupado por el patriarcado.
Por otro lado, la táctica del desvío de la mirada de los personajes es un guiño bretchiano, un recurso de extrañamiento que contribuirá a distanciarnos de la historia emotiva para reflexionar objetivamente sobre la problemática que la atraviesa. “Hay recursos que nos permitieron despegar la obra de un costumbrismo plano para llevarla a una cuestión mas poética, metafórica y no quede en la anécdota. Como por ejemplo aquella direccionalidad de la mirada que se da hacia un lugar que en realidad es otro en el espacio de la escena”.
Nidia Casís como Biunda deleita. Nos da la bienvenida con su dulce voz cantando La Romanita, y hay un enigma que se abre desde el principio y crecerá con su personaje. Un personaje atrapado en su propio velo que jamás dejará de buscarse. Eduardo Fessia, por su parte, no podría ser mejor piamontés, ni mejor novio, ni pretendiente, ni amor. Brilla con el Botto que interpreta en el impecable diálogo que sostiene con el Checo. Sebastián Rulet y Melisa Medina se entregan con pasión a este juego y desde un lugar más pasivo se convierten en imprescindibles personajes para completar la historia.
Todo confluye para ir generando el clima que alcanzará la narrativa hacia la mitad de la obra. El diseño de luces y los objetos del campo entrerriano a cargo de Cristian Buffa son suficientes para embellecer el espacio escénico. La asistencia general de Luciano Pinto y el exquisito vestuario de Melisa Guerrero cierran este grupo de talentos.
El universo de la piamontesidad es de gran verosimilitud, construido por la preparación vocal y musical de Eduardo Fessia, los objetos escénicos, así como los atinados registros actorales. Todo ello se manifiesta en la puesta con naturalidad y hacen de esta pieza un verdadero espectáculo para los sentidos.