Con la colección Antiprincesas, la editorial Chirimbote apuesta a una literatura infantil con perspectiva de género. Frida Kahlo, Juana Azurduy y Gilda son solo algunas de las historias.
El año 2015 puede verse ya como un momento bisagra en la historia del movimiento de mujeres en nuestro país. No porque haya comenzado ahí, hace dos años, claro que no. Hay cientos de agrupaciones, organizaciones y referentes que desde hace décadas debaten, problematizan y han intentado exponer la situación de desigualdad total en que viven las mujeres. Pero en 2015 algo cambió cuando casi espontáneamente el colectivo Ni Una Menos reunió bajo ese grito a todas estas mujeres y a muchas otras que por primera vez pudieron ver la violencia que sufren desde pequeñas, en todos los ámbitos en los cuales se desarrollaron, o intentan hacerlo.
Al calor de ese movimiento fue que nacieron también las Antiprincesas: una colección de libros pensada para niñas y niños contando las historias, de manera clara y con cuidadas ilustraciones, de mujeres reales, que existieron, vivieron, lucharon, amaron, en nuestra Patria Grande latinoamericana.
Los femicidios son la expresión más extrema del patriarcado, de una cultura que desde que nacemos, o antes, ya nos asigna roles, moldes y nos dice que es aceptable que seamos, pensemos y sintamos. Si se quiere empezar a socavar la estructura que sostiene al patriarcado, hay que empezar por educar infancias más libres.
Nadia Fink es la autora de estos cuentos, ilustrados por Pitu Saá, y quien contó parte del proceso de creación de la colección en una presentación realizada en la ciudad. “Si pudiéramos mirarnos todas las mujeres que estamos acá sentadas, no hay una igual a la otra, y las historias de princesas, los cuentos clásicos y algunas historias que vemos aún hoy, son todos cuerpos bastante parecidos, moldes que se pueden encontrar en las revistas –un poco photoshopeadas–, mujeres que tienen que ser de una sola manera: flaca, alta, rubia. Si son latinas las hacemos igual pero un poco más morochas, si son chinas es el mismo cuerpo pero con ojos achinados. Esto de que todo sea igual también transmite la idea de objeto, de una mujer que termina siendo una cosa”.
Con un pasado de maestra jardinera y periodista en la revista Sudestada, entre otros medios independientes, Fink unió sus pasiones en las Antiprincesas, apostando por la revalorización y el poder transformador de la literatura infantil, relegada en importancia ante una pretendida literatura con mayúsculas, expresó la autora.
Pero como para cambiar la cultura machista no sólo hay que mostrar otros modelos de mujeres –como Frida Kahlo, Violeta Parra, Juana Azurduy, Clarice Lispector, Gilda y Alfonsina Storni–, nacieron los Antihéroes, con las historias de Julio Cortázar, Eduardo Galeano, el Che Guevara y, próximamente, el Gauchito Gil. “Entendemos que ellos, a su modo, también son héroes, pero el nombre viene a contraponerse a la idea de los superhéroes, que son valientes, salvan gente todo el tiempo, no tienen miedo y todo lo dan. Eso también es un problema, son estereotipos que les llegan a los varones. Así se configuran estas mujeres calladas, a las espera de esos hombre superpoderosos dispuestos a salvarlas”, explicó Fink y continuó: “En épocas de crisis vemos que el hombre soporta menos que la mujer, por la estructura que le impone la sociedad, ser un desocupado, y de hecho se queda mucho más quieto, no puede salir a pedir ayuda, eso tiene que ver con el estereotipo que la sociedad crea para él”.
Tanto los varones retratados en esta colección como las mujeres, tienen historias complejas, muchas de ellas marcadas por la tragedia, la pobreza y el sufrimiento. La autora no le ha esquivado a esos aspectos de las vida de estas Antiprincesas y Antihéroes, pero sabe del desafío que eso implica tanto para los adultos que facilitan esos libros a los pequeños como para seguir pensando en los próximos personajes de la colección. “En el de Frida, que fue el primero, lo que más se criticó y saltó en las lecturas, fue que se menciona que ella tenía amores tanto con hombres como con mujeres, que estaban en medio de una revolución y andaba dando vueltas la idea del amor libre. Nos encontramos con personas que nos dicen ‘yo no le leo esa parte donde dice que es bisexual’...esa palabra ni siquiera está, pero de todo el libro el gran problema era saltear eso. Me parece que estas historias también interpelan sobre cuánto sabemos los grandes de estos personajes, cuánto nos animamos a decir... También nos hemos encontrado que hasta los padres más progres, eligen las Antiprincesas para sus hijas y los Antihéroes para sus hijos...y cuando se dan cuenta se agarran la cabeza. Nos cuesta mucho romper con esos estereotipos, pero hay que ser indulgentes también con nosotrxs mismos, que venimos con esa educación desde hace años, si cambiamos de un día para el otro es un discurso vacío, es como Tinelli con el cartel de Ni Una Menos”.