De regreso de su gira europea, Sara Hebe pasó por Santa Fe, dio un show en el Camco y habló mano a mano con Pausa: “No voy al ritmo del capitalismo, que es como una vorágine de producción”.
Por Florencia Huser
Una base de rap mezclada con una cumbiamba, un reggaeton y un punk. Sí. De esa fusión un tanto deforme se sirve Sara Hebe para cantar sus letras con mucho flow. La rapera oriunda de Trelew, Chubut, busca que sus canciones se involucren con lo que está pasando desde un tono crítico -aunque no considera que todos los artistas deban hacer lo mismo y aunque no siempre escriba sobre eso-, canta sobre lo que pasa en una dimensión social y colectiva. Y en ese punto es donde aflora su feminismo: en un mundo atravesado por el machismo en todas sus formas, alza las banderas de las luchas que considera justas y se planta con su arte ante una sociedad que suele ser injusta para muchos colectivos.
Sara Hebe pasó por Santa Fe una vez más y no perdió la oportunidad para pedir justicia por Santiago Maldonado, por las compañeras travestis asesinadas y por todos los desaparecidos en democracia.
El rapero santafesino Gogo Clap abrió el show del viernes 17 de noviembre en Camco. La pibada esperaba sentada. Cuando Sara Hebe pisó el escenario, toda la gente se paró y el pogo fue inevitable. El lugar explotaba de gente y la cerveza no dio a basto.
Sara Hebe volvió hace algunas semanas de una gira por Europa, de donde se pudo haber traído mucho, pero lo que no abandonó es el cariño por el porrón a pico, como demostró después de tocar en Camco.
—¿Cómo llegó el rap a tu vida?
—Por bailar y porque siempre de chica escuché bastante rap, me gustaba mucho. Escuchaba Todos tus muertos, Actitud María Marta y las clases de hip hop a las que iba de piba me re cebaban. Después, cuando me fui a vivir a Buenos Aires, me copé más todavía.
—¿Qué representa hoy el rap como movimiento cultural en la Argentina?
—A los más jóvenes. Ahora la movida del freestyle creció muchísimo y también hay muchas chicas jóvenes rapeando, algo que antes no había. Pasaba como en todos los aspectos y campos, que es todo machista. Pero cada vez hay más mujeres en todos los ámbitos. El rap representa una cultura del barrio, de la calle, y del do your self, es decir, del hazlo tu mismo. Con una computadora, con bajar una pista de internet, ya se puede empezar a pensar una letra y a escribir. Creo que también representa una plataforma desde la cual se puede contar la propia historia de cada uno y denunciar lo que pasa. Mi proceso de composición, por ejemplo, es de maneras muy diferentes siempre. A veces voy anotando sobre lo que veo y después escucho la música, o al revés.
—¿Haces activismo feminista con tu música?
—No sé. No tengo tanta información sobre feminismo. Hay mucho para leer. Todos y todas tenemos mucho para leer. Hay autoras que desde hace muchos años están trabajando, teorizando, y activando en la lucha feminista. Tenemos mucho que aprender de todas ellas. Por otra parte me parece que cada mujer que hace alguna actividad expresiva o comunicativa, o se planta frente a situaciones en donde siempre el macho es el dominante o el opresor, esa ya es una acción antimachista. Pero tampoco es que yo tengo letras desde una teoría feminista, hay tantas otras raperas que si las tienen como por ejemplo Ira, unas amigas de Madrid, o por ejemplo Gata Cattana, otra rapera de España que murió muy joven, con letras de una teoría más exclusiva de temas feministas. Lo mío va más de un lado para el otro. Para mí no es obligación que los artistas tengan que hablar desde una perspectiva crítica social. El o la que es sensible a lo que está pasando le va a ser más fácil posicionarse. Igual uno siempre se posiciona políticamente, por más que no hables de cosas que no son tan explícitas de lo político o de lo que pasa, o de la corrupción o la opresión que existe. Callar también es una posición política. Y también se puede abordar de miles de maneras. Cada uno tiene que hacer lo que le sale. A mí me conmueven determinadas luchas sociales. Desde esa vereda es desde la que hablo, desde la que me paro, y son los movimientos sociales que acompaño. Pero no creo que todo el mundo tenga que hacer lo mismo.
—¿Por qué elegís el camino de la autogestión?
—Porque no me quedó otra. Porque nadie me vino a proponer hacerme un disco, con un buen arreglo. También porque es un camino donde los artistas tenemos más libertades. Siempre que alguien te da plata te pide algo a cambio. Entonces hay un poco de elección de mi parte, y otro poco de que no me quedó otra, y fue la situación del momento. Creo que en los ‘90 las bandas para darse a conocer tenían que tener si o si acceso a canales de la tele, o a sellos discográficos. Cuando yo empecé a hacer música hace diez años, ya estaba internet, ya podíamos hacer discos y videos fácilmente, con la tecnología más al alcance de la mano. Además es más fácil dar a conocer nuestra música en esta época, que en otra.
—¿Cómo te fue con la gira por Europa?
—Bien, muy cansador. La recepción del público la mejor, pero fue agotadora. Tuvimos 42 fechas en poco menos de tres meses, una locura total que no voy a volver a hacer. Quiero volver a hacer una gira en Europa pero más tranqui, porque esta fue matadora y autogestionada, es decir, no es que me pasaban a buscar y me llevaban en un auto a tocar y a un hotel. No. Estábamos en casa de gente amiga, viajando en tren, cargando los instrumentos, así que fue un trabajo duro pero hermoso. Conocimos gente hermosa, lugares increíbles, de resistencia, de militancia, de antifascismo, hicimos muchos buenos amigos. Fue una masa, así que esperamos volver.
—¿Qué se viene para el futuro?
—Ahora tenemos un tema nuevo que se llama Violeta Perro, con un video en Youtube. Creo que voy a ir sacando temas de a poquito, tampoco es que yo escribo mucho. No voy al ritmo del capitalismo, que es como una vorágine de producción. Voy mucho más lento, así que iré sacando temas de a poco, y después, estaría bueno sacar un disco nuevo para el año que viene, espero tenerlo.