“Estamos dispuestos a pagar la inflación, no podemos pagar por arriba”. Mauricio Macri, febrero de 2017, mientras inauguraba algunas viviendas en Rosario.

“En cómo llevamos las paritarias estatales tenemos que tener en cuenta la regla: no le podemos ganar a la inflación”. Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, cumbre del FMI y el Banco Mundial de abril, en Washington.

“Ya estamos a mitad del año calendario con casi el 40% de las paritarias acordadas en el promedio del 20%, con la cláusula de revisión o gatillo, que es una propuesta del gobierno para que cuidemos el poder adquisitivo del salario”. Ministro de Trabajo Jorge Triaca, en radio Mitre el lunes 15 de mayo.

 

Hay básicamente tres formas de ganarse el dinero.

La mejor de todas es no ganarlo, vivir de las rentas. Eso es una gloria reservada para pocos, en su mayoría, por razones estructurales, herederos. La renta de un campo, de un enclave extractivo, la renta de un alquiler, la renta financiera de bonos del banco. No se hace demasiado y se gana mucha, mucha plata que, obviamente, proviene de otro lugar. Del esfuerzo de otro.

La segunda forma de ganarse el dinero es aquella que resulta de realizar el trabajo de aprovecharse del trabajo de otros. De modo más decente o aggiornado: arriesgarse a invertir y tener el empuje de invitar a otros a soñar con crecer dentro de una empresa. Arcor es una empresa y el kiosco de la Romi, en la esquina de tu casa, también es una empresa. Las empresas generan bienes y servicios que son vendidos a la población en general. Si se quiere, se puede poner en este grupo también a los profesionales y monotributistas reales (es decir, no a aquellos que tienen en verdad un trabajo en relación de dependencia pero son obligados a facturar como autónomos). No son estrictamente empresarios, pero sus ingresos se ganan, por decirlo rápido, “en la calle”.

Como los rentistas son muy, muy pocos y los empresarios son unos pocos más, pero también no son muchos, las empresas y los rentistas dependen, en un buena medida, de que la población en general compre sus bienes, disfrute sus servicios, adquiera o alquile sus casas, deposite sus ahorros o pague los préstamos que saca. También, si se quiere, dentro de “la población en general” podemos incluir a los mismos profesionales y monotributistas que ubicamos como “empresarios”.

La enorme, enormísima mayoría de la población en general gana su dinero bajo la forma de salario. Puede ser en por su trabajo en blanco o en negro (a gran trazo, casi 12 millones de argentinos estimados sobre los 31 aglomerados urbanos más importantes del país, son algunos millones más) o puede provenir de la seguridad social como jubilación, asignación o pensión (unos 15 millones de argentinos). De esos ingresos comen, también, la mayoría de los que están fuera de la actividad económica, como los niños.

¿Y cómo se relacionan?

El salario es un monto fijo de dinero que se obtiene en períodos de tiempo regulares. Si ese monto se actualiza por arriba del alza de los precios y su regularidad es estable, estamos ante un asalariado en buena condición. El ministro de Energía Juan José Aranguren expuso una situación así cuando evaluó por qué debían subir las tarifas, durante la primer audiencia pública de 2016. Entre 2003 y 2015 la inflación acumulada fue de 1400% y el salario aumentó 1620% informó Aranguren. La población mejoró su poder adquisitivo en 220 puntos porcentuales durante ese período, más allá de la reducción del desempleo. Respecto de los que reciben su salario por la seguridad social, entre 2009 y septiembre de 2017, la diferencia positiva –aumento de poder adquisitivo– ronda los 150 puntos, puntuando sólo el 2014 y el 2016 como años en los que se fue para atrás.

A la inversa, cuando sucede lo contrario y los salarios quedan debajo de la inflación, o la desocupación crece, la vida de ese asalariado se vuelve frágil. Expresado con lenguaje sociológico, las condiciones de vida de la población empeoran.

Pero lo que no debe perderse de vista es que, justamente, el grueso de los empresarios y parte de los rentistas dependen directamente de la capacidad de consumo de los asalariados. ¿Por qué la Romi se queja también del aumento de los precios? Porque es la primera en notar cómo impacta en el consumo: sus compradores compran menos.

Los únicos que no dependen de que la población tenga poder adquisitivo son los exportadores y los que se dedican a la timba financiera. El campo, las mineras, los bancos y cueveros, en primerísimo lugar, las muy pocas industrias exportadoras, en un segundo lejano lugar. El resto de los empresarios y algunos pocos rentistas no sólo dependen de los salarios, las jubilaciones y las pensiones: deciden si invierten, toman más trabajadores o blanquean a los laburantes en negro en función de si notan o no cuánta guita hay en los bolsillos de la población. No importa cuántas ruinosas facilidades puedan obtener de una ley de flexibilización laboral: si nadie compra, no se genera empleo ni se blanquea al negreado.

¿Y qué será del laburante?

Entonces, ¿cuáles son las novedades de la relación entre el gobierno y tu salario?

Primero no hay que dejar de recordar que 2017 ya se va y, con demasiada suerte, las paritarias empatarán la inflación del año, sin recuperar los casi 10 puntos de salario perdidos en 2016.

Vale repetir una cuestión: comparar salarios con inflación más o menos funcionaba cuando la luz, el agua y el gas estaban congelados. La medición de la inflación no cambió para poder asimilar y expresar los sablazos tarifarios que se vienen dando desde mediados de 2016. Esto es: la pérdida de poder adquisitivo en 2017 también tuvo lugar y la de 2016 fue todavía mayor.

Después de las elecciones, el gobierno decidió anular la Ley de Movilidad sancionada en 2009 y ajustar las jubilaciones, asignaciones y pensiones por la inflación. Primero, retorne al punto anterior e imagine cómo van a pegar los tarifazos en esos hogares. Segundo, recuerde el debate por el 82% móvil, allá lejos y hace tiempo. Tercero, visualice cómo 15 millones de argentinos van a perder aceleradamente su poder adquisitivo. Su mamá está ahí.

Ojalá que los nuevos infrajubilados, esos que cobran apenas el 80% de la mínima a través de la “pensión universal”, tengan una buena prole que los mantenga. Ojalá que sean rentistas, además.

Cuánto cobraría un jubilado si Macri gobernara desde 2003

¿Cuál será el techo de las paritarias en la próxima ronda? Fortuna habrá si al menos hay paritarias. Los trabajadores de la UOM de Tierra del Fuego tienen los salarios congelados hasta 2020. ¿Por qué no volver a la cláusula gatillo la política salarial global, si ya se le aplicará a las 15 millones de personas que dependen de la seguridad social?

Si duda de lo anterior, revise las tres citas con las que arranca este texto.

Un ardid para disolver las paritarias

Respecto de la flexibilización laboral: con la nueva ley se podrá dejar de contratar trabajadores para sustituirlos por pasantes. Eso es utilísimo en laburos horrendos como data entry o call center. Y dice mucho de los salarios de los jóvenes, o su falta, sobre todo si se consideran los últimos datos sobre desocupación: si bien la cifra general es de 8,7%, en las mujeres menores de 29 años sube a 19,8% y en los varones a 15,4%. Están de regalo los jóvenes.

“Lo he hablado con varios de ustedes, el tema del empleo público y el nivel de salarios, porque si estamos creando todas estas condiciones para que se genere trabajo en el sector privado, el problema es que si les competimos con salarios más altos, el sector privado no va a poder generar la mano de obra que necesita para su crecimiento". Esa es la nueva perla que el presidente dejó caer el 16 de noviembre mientras los gobernadores le ponían el gancho al pacto fiscal. Maestros, profesionales de la salud, policías y administrativos provinciales, ¡a prepararse para ajustar el bolsillo!

Pero bueno, nada de esto es una novedad, ni un error. Al fin y al cabo, el gobierno se revela en lo que su presidente siempre dijo en sus tiempos de empresario.

¡Ah, no olvidar! Todos los años hubo bono de fin de año para estatales y asalariados de la seguridad social. Este año no hay bono de fin de año. Felices fiestas, asalariados.

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