¿Conoce a algún amigo pochoclero que no le haya gustado Stranger Things? ¿No? ¿Y le parece casualidad? ¿No se le ocurrió preguntarse por qué será? ¿Sí? A mí también. “¿Qué tiene en común a todos sus televidentes esta serie?”, es la pregunta que, sospecho, mejor me acerca a una hipótesis. Veamos si lo encontramos:
1.- Es una serie de ciencia ficción
Sí, ajá. Es obvio. Pero no a todos les copa el género. Sin embargo, conozco personas que no han visto Star Wars (sí, ya sé que es un western y no Sci-Fi, pero estoy tratando de comunicar, no de escribir un artículo especializado) y se recontra mil coparon con las andanzas de Eleven, Mike, Dustin, Lucas y Will.
2.- ¡Es sobre los 80s!
¡Uh, mató mil! Pero hay un montón de personas a las que, por ejemplo, no les gusta Terminator; o no vieron Comando o Volver al futuro les parece “ni” y que, a pesar de eso, se clavaron la temporada entera de Stranger Things en un solo día. O dos, lo cual es un absurdo igual. De hecho, conozco personas que no fueron a trabajar para mirar la serie, y cada vez que les menciono a Marty es como hablarle de un ser común y corriente y no de quien inventó el rock, entre otras cosas.
Quizás me objete que la cultura no solo se reduce al cine y tiene razón. La serie es la biblia del ochentoso en todo sentido: los videojuegos, el walkman, los pósters de Metallica, los muñequitos de He-man y todo lo que para la sociedad machista es patrimonio de las nenas y yo, por ser varón en aquellos años, lamentablemente me perdí. Incluso, yo me arriesgo a definirla como una serie de los ’80 hecha en los 10’s del siglo siguiente. También podría serlo de los 90’, la década de las teenovelas de Cris Morena que tanto odié y odio… pero la miraría igual.
3.- La estructura narrativa
Eso de ser de los 80’s, justamente: introducción, conflicto, resolución del mismo y fin… felices los cuatro. Acá la grieta está bien definida: el que es malo es malo 100% y el que es bueno es boludo 100% y le termina yendo… bueno, me prometí no spoilear. Pero ni Tony Soprano ni Walter White habían sido creados.
Pero no se mienta a sí mismo tampoco. Usted ya sabe a quién le va a ir bien, a quién mal; quien llega al final de la serie y quién se sacrifica para que, como corresponde, suene Vangelis al final. ¡Y está todo bien! ¡Es eso lo que estamos esperando y no los da! Parafraseando a los Rolling y a este Periódico: es solo pochoclo, pero me gusta. Y además cada capítulo termina en la cresta de la ola. No podés dejar de ver el próximo. Todo bien con Mad Men, pero…
De todo lo anterior no saco nada que, de manera excluyente, me convenciera de la facultad de generar adicción masiva en la streaming audiencia que tiene Stranger Things. Hasta que di vuelta la cosa, como si me pasara a la dimensión de los demogorgones, y entonces busqué en nosotros y no en la serie eso que todos tenemos en común. De lo que no podemos zafar es de la familia, cualquiera sea su forma. De eso, creo, Stranger Things no trata. Pero según el saber popular, hay otra familia, que es esa que “se elige”. Sí, los amigos y amigas. Y de eso sí, estoy casi seguro, trata Stranger Things. Hasta Macri tiene amigos. Sí, posta. No importa acá qué tipo de amigos. Pero nadie zafó de tener algún amigo en su infancia o preadolescencia. No podemos vivir sin amigos. No queremos vivir sin amigos. Y además queremos ser importante para ellos; su héroe. Como Mike, Lucas y Dustin que son capaces de creer lo increíble y traspasar dimensiones sin dudarlo para salvar a Will del monstruo sombra…o viajar en el tiempo como hizo Marty para salvar al Doc. ¿Y pusieron alguna condición? No, ninguna. Porque la amistad es un amor casi incondicional. Tanto así, que cualquier interés egoísta que medie entre los amigos ya hace que digamos que no es amistad. Y es extraña. Muy extraña… todos tenemos un amigo que amamos y que no sabemos muy bien porqué. Ese amigo que tiene más chances de no serlo que de serlo. Y que, sin embargo, no lo podemos evitar.
¿Trillado? Sí. ¿Cursi? Muchísimo más. Igual que Stranger Things, esta versión siglo XXI de Los Goonies que no podemos parar de mirar.