Con las tasas bancarias por las nubes tratando de aspirar dinero, la política monetarista no tiene éxito para bajar la inflación, que se mantiene firme. En el año acumula 21% en la nacional y 20,9% en el Gran Buenos Aires.
Apenas con el impacto de la suba de combustibles y sin la andanada de aumentos en los alimentos y los tarifazos en diciembre, la inflación marcó 1,4% o 1,2% (nacional o GBA), según informa el Indec. Está apenas una décima abajo de la inflación de octubre, por lo que claramente se está llegando a un núcleo duro de la suba de precios sobre la cual la política de metas de inflación del Banco Central poco puede roer, así sea al costo multimillonario de la bicicleta financiera que tiene andando con las Lebacs, apalancadas por el endeudamiento en dólares que toma el gobierno nacional. El objetivo de quedarse en la franja del 17% al 20% quedó muy atrás.
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En su comparación con noviembre de 2016, la inflación llega a 22,3%, por lo que problamente el año cierre por encima de ese número, dados los precios calientes de diciembre. En el mes que pasó lo aumentos más fuertes se dieron en transporte (3%) producto de las subas que no hicieron durante el período de campaña.
El rubro que más subió durante el año fue "Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles", un 32%. Como es sabido, el Indec cree que el peso de este rubro en las familias argentinas representa apenas el 10,5% de su canasta. En términos más concretos, que con el 10,5% de un salario se paga la luz, el agua, el gas y también los arreglos de la casa y, por qué no, el alquiler. Acaso haya sido cierto antes de los tarifazos que comenzaron en 2016.
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