10 de octubre. Iban 40 segundos del partido en el estadio Olímpico Atahualpa de Quito y Romero Ibarra marcó el gol de Ecuador ante Argentina. En ese instante el silencio en el estadio único de La Plata fue conmovedor, miles y miles de personas esperaban el recital de U2, postergado por unas horas para que el público pudiese ver la definición de las Eliminatorias. En ese instante, en La Plata, en Santa Fe y en cada rincón del país la sensación de estar afuera del Mundial se hacía realidad, la sensación se convirtió en un acto real, en una noticia indiscutible: Rusia 2018 no contará con Messi.
Pero pocos minutos después, a los 12 y a los 20, el mismísimo Messi se encargó de dar vuelta la historia, y ya en el segundo tiempo se encargó de asegurar con otro gol la estadía en 2018 en el país de Vladimir Putin. El rosarino la rompió, apareció en el momento más delicado de la selección en las últimas décadas, en esa noche donde el fútbol argentino se encaminaba a quebrarse en mil pedazos.
Algunos días después de la clasificación, Pausa expresaba: “En esto de andar buscando méritos para ingresar a una Copa del Mundo o fracasar en el intento, sólo este grupo de jugadores merecen estar una vez más en un Mundial. No hay dudas que están donde tienen que estar. A un grupo de futbolistas que logra jugar tres finales consecutivas sin perder en los 90 minutos reglamentarios no se lo discute, se lo empuja a dar lo mejor una vez más. Y estos muchachos estuvieron juntos nuevamente, con la misma base, con otros compañeros circunstanciales, con otros técnicos, pero juntos. Juntos después de haber soportado un auténtico desmadre dirigencial”. Esa nota llevaba como título “No nos merecemos el Mundial”. Hoy, con Islandia, Nigeria y Croacia en el grupo, se refuerza la idea: sólo esta generación de futbolistas merece disputar el campeonato supremo. Los dirigentes, muchos periodistas y también muchos argentinos hicieron todo lo posible para no lograr el pasaje a Rusia.
Después de cuatro partidos oficiales con Jorge Sampaoli como DT (asumió en junio), llega el desafío de fuego: la fina tarea de seleccionar, el convencimiento de una idea y la motivación necesaria para un grupo, y un tipo que juega con la 10, que sólo estarán conformes con levantar la Copa del Mundo.