El gobierno argentino logró estar en la vidriera mundial a principios de diciembre, y no fue precisamente por ser sede de la reunión de la Organización Mundial de Comercio. O sí, pero por razones ajenas a lo que estrictamente acontecía en los foros: la detención y deportación de Petter Slaatrem Titland, de ATTAC Noruega, un escándalo que fue sumando aristas cuando se conoció que también se había demorado en Ezeiza y luego deportado a Ecuador a la periodista británica Sally Burch, además de haber rechazado el acceso a numerosas organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo.
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De bananeros: deportan en Ezeiza a un líder internacional noruego de ATTAC