"Día Cero, el día en que se cerrará la canilla". Así llama el gobierno de Ciudad del Cabo al 29 de abril, fecha estimada en la que no habrá más agua para proveer a la población. La causas: una extraordinaria sequía y el (mal) uso agropecuario del recurso.
Quizá la recuerden por el Mundial 2010. Ciudad del Cabo es una de las capitales de Sudáfrica y tiene una población similar a la de Santa Fe (433.688 habitantes), pero que sufre problemas climáticos diametralmente inversos. La provisión de agua para la red de saneamiento general de la ciudad proviene de una red de represas que se encuentran en un muy bajo nivel, debido a la sequías de los últimos años. Tan bajo es ese nivel que el gobierno local ya le puso fecha a la crisis: 29 de abril. Otro paralelismo, pero en espejo.
Ese día es el "Día Cero", advierte el gobierno. El día en el que se "cerrará la canilla" y solamente se proveerá agua en bidones en unos 200 puntos ubicados en la ciudad, a razón de solamente 25 litros por persona por día. Para comparar, en Argentina el consumo per cápita es de 500 a 613 litros diarios, mientras que la ONU recomienda utilizar al menos 50 litros de agua por día por persona. Semejante restricción se justifica, también, en no "cerrarla la canilla" a hospitales, escuelas y otros grandes usuarios.
Para evitar la crisis, el gobierno estimula la reducción preventiva del uso del agua. Sin embargo, está lejos de lograr los objetivos. En un sitio web especial, se calcula cuánto falta para la crisis: las represas tienen sólo el 32% de su nivel de agua, al llegar a 13,5% se terminó la provisión. A los ciudadanos se les exige que restrinjan el consumo a 87 litros por día, no más. Sin embargo, sólo el 34% alcanza ese objetivo (y es un 3% menos que en la semana pasada). Mientras tanto, los esfuerzos de la ciudad para encontrar nuevas fuentes de agua –a través del reciclado de agua, la bombas a pozo y la desalinización– se encuentran todos retrasados respecto de la fecha límite.
El cambio es aquí y es ahora
El cambió climático está en curso y mostrando sus efectos. Nunca Ciudad del Cabo tuvo una sequía semejante durante tres años consecutivos. Seis grandes represas proveen más del 99% del agua que utiliza Ciudad del Cabo, se encuentran en bajísimo nivel. Sin embargo, también como sucedió en Santa Fe, el problema no sólo, ni fundamentalmente, proviene de la naturaleza.
Y tampoco se trata de ponderar la (total) incidencia humana en el calentamiento global. En el caso específico de Ciudad del Cabo, a esta (suficiente) razón se añade un mal manejo del recurso. El 40% del agua contenida en los diques se desvía a uso agropecuario, particularmente frutales, vides y ganado.
Además, se suma un conflicto político entre el gobierno provincial y el nacional. En 2015, la provincia de Cabo Occidental, donde está Ciudad del Cabo, pidió fondos para hacer pozos y reciclado, pero no le fueron otorgados, dado que las represas todavía operaban al 75% de su capacidad. En 2016, el gobierno nacional reconoció como áreas de desastre por sequía a cinco de los 30 municipios de Cabo Occidental, pero para octubre de 2017 todavía no había largado el dinero.