El fútbol es, sin dudas, el deporte más popular de este país. Es pasión de multitudes, dicen, y un picadito que se armó en las arenas del Espigón II parece confirmarlo.
Difícil saber si es el mayor picadito que se hizo en la ciudad de Santa Fe, pero si no lo es, pega en el palo. Cerca de 200 pibas -y pensar que algunos equipos no llegan a juntar 10 para armar un fútbol 5- se juntaron una nochecita de enero para hacer correr el bolo, pero también las palabras y los encuentros.
Participaron 26 equipos de mujeres que se acercaron espontáneamente a la playa, algunos ya conformados previamente, otros integrados en el momento. Las jugadores llegaron de distintos barrios de la ciudad, como Los Hornos, Guadalupe, Santa Rosa, San Agustín y zona centro.
"Se superaron todas las expectativas, es difícil de trasladar el shock que nos produjo la convocatoria", dice Romina Fernandez, integrante de Las Martas Fútbol Feminista, organizadoras del evento. "Tuvimos que armar otra canchita, más pequeña, más de 10 niñas que querían jugar en simultaneo a los partidos que se daban en la cancha principal".
Picadito y picadita, es el nombre que le dieron a estos encuentros que ya van por su segunda edición (el primero fue en diciembre en el Parque Federal). La invitación es a jugar, compartir alguna comida y bebida, ver fútbol. "Además de las mujeres jugando, hubo mucha gente, muchas familias, que llegaban con sus reposeras, que querían ver de qué iba esto", comenta Fernández.
Aunque la convocatoria tenía como horario de cierre las 23, la pelota estuvo rodando hasta las 2 de la mañana del viernes. "Se hubiera extendido mucho más, pero muchas de las pibas tenían que tomarse dos bondis para volver a sus barrios, y al otro día trabajar".
Salir a jugar
La mayoría de los varones reciben como primer regalo de sus vidas una pelota, los picaditos son parte de su día a día y los descampados en los barrios les pertenecen. Las mujeres que de niñas intentaron ocupar esos espacios, saben que era una tarea casi imposible.
Mientras la cultura patriarcal ha destinado siempre a la mujer el espacio privado, la casa, el espacio público ha estado reservado históricamente para los varones. Quizás por eso hoy, las masivas marchas de mujeres por el Ni Una Menos o las que se de dan al cierre de los encuentros nacionales, provocan el estupor de quienes creen que las mujeres no tienen nada que hacer ahí, que así no van a conseguir nada, que son agresivas, que están muy enojadas, entre cientos de miles de frases machistas.
Por eso no es menor, y es entendible, las casi 200 mujeres y niñas jugando en la playa. "Nos dijeron que les gustaba tener esta instancia de juntarse a jugar en la playa, en un parque, porque muchas de ellas juegan en sus barrios, en las ligas que hay, pero no están acostumbradas a jugar en el espacio público, y les sorprendió ver la cantidad de mujeres que estamos en la misma", comentan desde Las Martas. "Fue hermoso, bailamos, intercambiamos experiencias, ampliamos contactos y redes con otras mujeres que juegan y que militan, no solo en las causas feministas, sino en otras de corte más social".
Y así resumen esta experiencia: "El Picadito fue una verdadera fiesta de compañerismo, hermandad y sororidad entre mujeres diversas, reunidas en torno al fútbol. Libres, felices, cómplices, recorriendo la cancha, jugando en un espacio público emblema de nuestra ciudad. Una celebración".
Fútbol y derechos
El ámbito de juego como arma política, de fútbol no sólo femenino sino también feminista, dentro del que se disputan estereotipos, hacia eso apuntan estos eventos que Las Martas esperan poder instalar en la ciudad y llevar a diversos espacios y que este año serán también una excusa de encuentro y organización del III Festival Latinoamericano de Fútbol Femenino y Derechos de las Mujeres, que se desarrollará los días 17, 18 y 19 de noviembre en Santa Fe.
El Festival tiene como objetivo principal reunir diferentes experiencias de mujeres en el fútbol latinoamericano, vinculadas estrechamente con los derechos de las mujeres y la igualdad de género, y en este contexto debatir estrategias para el fortalecimiento de espacios que propicien la participación de las mujeres en este deporte, que históricamente ha estado cargado de estereotipos de género y de imágenes sobre quiénes pueden jugar y quienes pueden hacerlo bien.
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