De todas las herramientas que el gobierno desplegó para frenar la inflación, la única que viene siendo "efectiva" es enfriar la demanda, o sacarle plata del bolsillo al consumidor. Hasta el Banco Central admite que los precios suben por los tarifazos y la devaluación.
Acaso como revancha ante la “recalibración” de las metas de inflación y la mojada de oreja pública a gran jefe Federico Sturzenegger, el BCRA desde febrero de 2018 comenzó a reconocer, con su jerga, otras causas de las alzas de precios mucho más consistentes que la “alta nominalidad heredada”, el nombre en jerga para la emisión monetaria, lo que el panelismo llama "le daban a la maquinita". En febrero, por ejemplo, comunicó que los aumentos de precios estuvieron “impulsados por los productos primarios e importados, sobre los que impactaron la depreciación del peso y el aumento en los precios internaciones del agro y del petróleo”. Contra el mantra originario de Cambiemos, eso es el BCRA admitiendo que las devaluaciones impactan en los precios internos: sube el precio de los importados, los alimentos y los combustibles. Más recientemente, el 27 de marzo, el Central fue un poquito más directo para justificar por qué mantiene sus tasas altas, desafiando al escarmiento del gabinete de diciembre de 2017: “El BCRA considera que la aceleración de la inflación de los últimos meses es transitoria y que se debe a los fuertes aumentos en precios regulados y a la rápida depreciación del peso entre diciembre y febrero”. Eso es la suba de tarifas y, otra vez, la devaluación. Es lo que cualquiera sabe que se está comiendo los bolsillos.
Las devaluaciones impactan aumentando los precios que se miden en dólares (sea por exportación o importación) y los tarifazos tocan todas las estructuras de costos productivos tanto como el poder adquisitivo de los asalariados. Pero más allá de esos combustibles de la inflación, después viene la puja por la distribución del ingreso: en los precios de las mercancías se expresa cuánto poder tienen asalariados y empresarios. Para enfrentar eso está, justamente, la política de planchar salarios del ministro Jorge Triaca. La inflación bajará en paralelo a la caída del poder adquisitivo.
Y en nada de eso tiene nada que ver porque no tiene tarea asignada al respecto el hombre de la foto, que se llama Miguel Braun, secretario de Comercio y uno de los dueños de una de las cadenas de supermercados más importantes del país, La Anónima.