El poder de Federico Sturzenegger sobre la economía real es tanto o más grande que la capacidad del ministro de Finanzas Luis Caputo para tomar deuda en dólares. Su política de tasas de interés por las nubes destruye todo incentivo productivo y genera una tensión irresoluble: drenaje constante de pesos o devaluación.
Hasta diciembre de 2017, el presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, era el ministro de Economía real. La política de metas de inflación es íntegramente de su autoría y responsabilidad. La base de esa política fue la emisión de Lebacs, en los primeros informes el BCRA se ufanaba de cuánto dinero se retiraba de circulación con cada emisión. “Este Banco Central ha manifestado en oportunidades anteriores que bajará la tasa de interés sólo cuando vea una inflación sustancialmente más baja que la observada hasta ahora, y en descenso. Aunque los indicadores analizados por el BCRA semanalmente sugieran una cierta desaceleración en abril de la inflación de precios no regulados, esos signos no tienen la claridad ni la persistencia que se requeriría para alterar los actuales niveles en las tasas de interés”, afirmaba Sturzenegger en abril de 2016, mientras le pagaba intereses de 37,9% a los especuladores.
La tasa fue acompañando la baja de la inflación hasta abril de 2017. Desde entonces subió un poco y se mantuvo oscilante entre el 25% y el 27%. Cada vez que baja, sube el dólar y entonces vuelve a subir la tasa. La novedad es que ahora el BCRA salió a reventar reservas para contener la escalada del billete verde. Vendió cerca de dos mil millones de dólares en el último mes. Es que a Sturzenegger se le pidió que baje un poco la tasa de interés, porque enfría demasiado la economía. Ese fue el verdadero sentido de esa mesa que compartió a fin de año pasado con el ministro de Finanzas Luis Caputo, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne y el jefe de Gabinete Marcos Peña. La “recalibración” de las metas de inflación fue la derrota de interna de Sturzenegger.
Sin embargo, la bomba no se desactiva, por la tensión que ella misma generó. Después del tirón de orejas, Sturzenegger bajó un poquito las tasas. Pero con las cifras de la inflación acumuladas de enero, febrero y marzo, terminó volviéndolas a subir: hoy están por arriba del 26%. El negocio más rentable de toda la economía (todavía) con riesgo cero y con esfuerzo nulo.
Y después dicen desde el gobierno que no hay mayor gratificación que ganarse las cosas con austeridad, trabajo y sacrificio.