Testimonio, memoria y demanda: una recopilación de entrevistas a familiares directos de fallecidos durante la creciente del Salado de 2003, de dolorosas y evitables consecuencias.
A quince años, recuperamos quince historias de vidas que se apagaron como consecuencia de la inundación de 2003. La falta de información y previsión sobre la magnitud del fenómeno, la imposibilidad de salvar las pertenencias y la diáspora caótica en busca de un lugar donde sentirse a salvo, provocaron muertes por ahogamiento, lesiones, paros cardíacos, aneurismas, depresión o suicidios.
Son fallecimientos producidos en un contexto de desprotección, generado por un Estado que no tomó las medidas necesarias, que calló lo que sabía, y luego ejerció el abandono de vecinas y vecinos que quedaron a la intemperie con sus pies mojados y sus hogares sumergidos. Quienes se inundaron no recibieron asistencia sanitaria adecuada, durante o después, que pudiera mitigar los efectos de lo ocurrido. La evidencia es que se siguieron produciendo fallecimientos aún en agosto de 2004.
Esas muertes son una herida abierta y silenciosa. Cuando el agua bajó, era necesario para quienes atravesaban el duelo mirar hacia adelante para reconstruir sus vidas. También, porque en todos estos años no hubo ningún tipo de reconocimiento acerca de las responsabilidades ni gesto alguno que diera a los afectos de los fallecidos un mensaje parecido a la justicia.
El Estado reconoció entonces 23 muertes: 20 de ellas se registraron como muerte por asfixia por inmersión, una por muerte natural, otra por hipotermia y otra por asfixia en un centro de evacuados. El listado oficial incluye fallecimientos ocurridos hasta el 4 de mayo de 2003. Los organismos de derechos humanos registraron 158 víctimas; son los nombres que se gritan cada 29 de abril y son las cruces de la Plaza de Mayo. Sólo seis de las 16 víctimas mencionadas a continuación fueron incluidas en el listado oficial. Norma Campos no figura siquiera en el listado de los 158: un indicio de que pueden existir más víctimas que no fueron relevadas.
Las presentes historias surgen de las voces de familiares directos; cuatro de ellas se registraron en 2013, en el marco de la producción de un documental inconcluso; y las otras entre marzo y abril de 2018.
En contextos donde los responsables no son juzgados, la memoria es el acto que nos permite inscribir lo que pasó en nuestra historia y dimensionar los alcances de lo ocurrido.