Mi barrio no tiene ni una placita

Los barrios con menor calidad de vida son también los que tienen menos espacios verdes.

Los espacios verdes públicos no están distribuidos de manera equitativa en nuestra ciudad.  Mientras que el centro y los barrios con mejor calidad de vida cuentan con una cantidad aceptable de plazas y parques, los barrios y sectores más desfavorecidos, con menor calidad de vida, presentan una carencia de ellos.

Esa es la conclusión a la que arriban los investigadores Néstor Gómez y Guillermo Velázquez en un artículo publicado recientemente. Tras analizar los datos del Censo nacional de 2010, las ordenanzas municipales vigentes y luego de realizar una recorrida por el casco urbano de nuestra ciudad, resultó que el índice promedio de superficie verde pública accesible por habitante es nueve metros cuadrados (9,2 m2/hab), lo que equivale al umbral mínimo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sin embargo, existen notorias diferencias dentro de la ciudad. El área con mayor calidad de vida (el casco histórico, entre los bulevares) arroja un valor de 15 metros cuadrados de área verde por habitante (15,3 m2/hab). Las zonas norte y oeste presentan menor calidad de vida y no llegan a los 7 metros cuadrados (6,8 m2/hab), como es el caso de Ciudadela y Villa Hipódromo. Esto significa que los sectores sociales con menores recursos son también los que más carecen de espacios verdes públicos.

Al respecto, Néstor Gómez, docente de la UNL, plantea que esta situación “tiene que ver con la historia de la ciudad, en cómo se fue extendiendo a través del tiempo y cómo se fueron tomando decisiones a lo largo de 100 años. Se supone que cuando la ciudad estaba dentro de bulevares tenía una serie de espacios verdes, pero conforme fue creciendo, parece que no pensó mucho en ello. Esto derivó en algún punto a que en la década de 1930 se piense en hacer grandes espacios verdes, como los parques Juan de Garay y Manuel Belgrano (sur)”.

Distribución desigual

De acuerdo con los doctores en geografía Gómez y Velázquez, la calidad de vida se compone de dos dimensiones: la socio-económica y la ambiental. La primera refiere a las condiciones de los hogares en sí (nivel de ingresos, acceso a servicios, nivel educativo). La segunda se asocia a espacios verdes y recreativos disponibles. A su vez, la presencia de vegetación en las ciudades se asocia con la situación ambiental, ya que mejora la calidad del agua y del aire, disminuye el ruido y cobija la flora y fauna del lugar.

Los barrios del norte y oeste no sólo tienen menores índices de calidad de vida, también disponen de menos espacios verdes públicos.
Los barrios del norte y oeste no sólo tienen menores índices de calidad de vida, también disponen de menos espacios verdes públicos.

El artículo “Asociación entre los espacios verdes públicos y la calidad de vida en el municipio de Santa Fe” pone en relación la cantidad, distribución espacial, tamaño y densidad de estas zonas en la ciudad. Señala que si bien las grandes superficies verdes representan el 16%, éstas acaparan casi el 75% de la superficie total. Encima en su gran mayoría se encuentran en las zonas céntricas mejor posicionadas.

Los barrios más populares se caracterizan por disponer de pequeñas plazas y plazoletas con limitada infraestructura. Los autores plantean que “los grandes espacios verdes deberían estar uniformemente distribuidos dentro de la trama urbana con vistas a lograr asegurar la accesibilidad”.

Rol del Estado

Dado que las mayores carencias de áreas verdes se ubican en zonas alejadas del centro, puede deducirse que la generación de estos espacios no acompañó la expansión de la ciudad. En las últimas décadas el municipio planteó como política la creación de playones deportivos y el desarrollo de paseos en canteros centrales de las avenidas, buscando compensar ese déficit. En ese marco también aparecieron la “reserva ecológica” de la ciudad universitaria y la transformación de las vías del ferrocarril abandonadas en ciclovías y  “corredores verdes”.

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De este modo, se intentó mitigar el déficit de parques y plazoletas en áreas de calidad de vida intermedia. “Las políticas de corredores verdes que se hizo sobre el trazado de vías férreas en desuso son positivas. Eran espacios abandonados que quizás cumplían con la función de corredor biológico, pero de alguna forma se transformaron en espacios verdes públicos”, apuntó Gómez.

Y luego agregó: “Estas son cuestiones estructurales que no se resuelven en cuatro años de gobierno. Creo que el nuevo Parque de la Constitución en zona sur y el proyecto del parque norte son avances que pueden cambiar la situación. Además, tendríamos que aprovechar las islas. En general, los santafesinos desconocemos el entorno donde vivimos”, sentenció el especialista.

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