—Buenas, tanto tiempo sin verlo. Varios meses le diría. ¿Cómo anda usted?
—La verdad no le voy a mentir, buscando palabras nuevas. Si le digo mal, sería un exceso. Si le digo bien, faltaría a la verdad. Si pienso demasiado podría ir camino a la depresión. Si no pienso, no le encuentro sentido. Pero bueno, podríamos cerrar en difícil. Eso es, ando difícil…
—Bueno, pero ya está grandecito. Se tendría que haber adaptado.
—¿Para qué pregunta?
—Ah pero tanta vuelta… A vos no te va tan mal gordito. Si seguro te fuiste de vacaciones. ¿O no?
—Bueno, veo que ya no me tutea. Sí, me fui de vacaciones y eso qué tiene que ver.
—Típica actitud del PP. Se la pasan pensando y despotricando. Viven posteando en las redes. Un día están preocupados por las importaciones, otro día por las mineras, defienden el aborto, quieren fumarse un porro sin culpa y se van de vacaciones a Uruguay.
—¿PP?
—¡Progresismo popular! ¿A quién quieren engañar? Escuchan jazz, bailan con Los Palmeras y después se llevan la plata afuera. ¡No invierten en el turismo local! ¿Por qué no se va a Cayastá a disfrutar de la pesca y las ruinas? O, mejor, vayan a ver los flamencos a Campo Andino.
—Yo escucho música indie. No le estoy entendiendo, la verdad me perdí un poco. ¿Usted no se fue de vacaciones?
—Sí, obvio. Porque trabajo y pagos mis impuestos.
—Ah, muy bien. Es lo que debe hacer… no es ningún mérito.
—Si todos debemos tener vacaciones...
—No, me refería a pagar los impuestos.
—Cansado de mantener vagos.
—¿A dónde se fue?
—Ah, me fui a Brasil. Me gusta ir porque el mar es calentito. Hay gente de color y la pobreza tiene otra onda.
—Claro, porque acá te caen de noche sin orden del juez y te desalojan.
—No mienta, esas cosas no pasan en Santa Fe. En todo caso se recuperaron terrenos ocupados ilegalmente.
—Fue un desalojo forzado, con fuerzas de seguridad y sin órdenes judiciales. Al menos es para preocuparse. Bah, salvo que no pueda ponerse en el lugar de quienes son desalojados.
—Siempre con el mismo verso, pidiendo un juez para todo. ¡Para todo!
—Es ilegal lo que hizo la Municipalidad de Santa Fe.
—Harto de mantener vagos, yo tampoco puedo comprarme un terreno. Y no salgo a robar terrenos a cara cubierta con pañuelos verdes y quemando iglesias.
—Nah, ¿y la iglesia que tiene que ver?
—Todo, hay pobres porque le son funcionales a la iglesia, la iglesia le es funcional al Estado y le cuesta un montón de plata. Casi como un director de escuela.
—Bueno, ¿y qué hace un obispo?
—Ah, qué se yo. Nada. Evangelizar, dirigir la iglesia o hacer críticas de cine.
—Claro, como Storni que era como el Bambino Veira pero de color púrpura. Lejos de ponerme a debatir el rol de la iglesia y mucho menos. Más allá de que la Constitución diga lo del Estado laico y la mar en coche. ¿No le pareció raro que todo el debate episcopal surja de una pregunta hecha por el diputado Martín Lousteau al jefe de Gabinete Marcos Peña?
—Por eso el Papa pidió perdón, antes de que le aparezcan las cuentas offshore del Vaticano. No tenemos que ser el granero del mundo, tenemos que ser el supermercado del mundo. Al pan, pan; al vino, vino... las cartas sobre la mesa. Tenemos al mejor presidente de los últimos 50 años. De Rivadavia para acá.