No sé cómo será el mundo en el futuro. Espero que no nos gobierne una teocracia universal. No podría asegurar cuál de las distopías habrá triunfado. Algunas imágenes se pueden vislumbrar: será más húmedo y caluroso. Es probable que Mirtha siga viva. Quizás el Mingo vuelva a reaparecer, aportando recetas para nuevas crisis, justo en la semana en que el billete de 1500 pesos deja de circular. El mismo Domingo que reestatizó la deuda privada en 1982, que creó la Convertilidad, que dio luz al corralito y que salió en TN para dar confianza y aportar esperanza. Los patrulleros serán más inteligentes y tendrán neuronas espejo para empatizar con los Harrys. Los trapitos conseguirán su personería jurídica y armarán un frente con los malabaristas. Ya no usarán posnet. La criptomoneda será corriente pero no será negocio porque para que sea rentable habrá que estar colgado a la luz eléctrica. Harán el puente entre lo que era Santa Fe y Santo Tomé. Aun no habrá declarado Reutemann por la causa inundación. Seremos unes viejes chotes, pidiendo que nos saquen ese holograma del orto y nos devuelvan el mouse. Contaremos lo que fue el Procrear y la Asignación Universal por Hijo, a lo que nos contestarán que se robaron un PBI y que por culpa de las netbook de Conectar Igualdad no podremos jubilarnos. Ahí nos darán nuestro merecido porro, producido por Monsanto, Cargill o la China Petrochemical Corporation, llegará a nuestra casa mediante Amazon. Algo estará aumentando y algunos correrán a debitar criptoyen.
Es probable, como dijo un amigo, que esté siendo demasiado optimista y que, en realidad, vivamos en un campo de refugiados ambientales en La Falda. Una especie de menonitas, muy desmejorados y sin habilidades para trabajar la tierra.
¿Se reirán del debate del aborto en 2018? Espero que sí, que sea tan impactante como pensar, hoy, que en 1947 se sancionó la ley del voto femenino. O que recién en 2010 la Fundación Bunge Born, premió por primera vez a una mujer científica.
Deseo que nos vean bizarros, que no entiendan porque éramos tan cuadrados. Que se rían, que no nos puedan entender. Pese a que falten 68 años para pagar el bono de deuda externa a 100 años de 2017.
Tenemos que pedirles disculpas. Crean que lo intentamos, pero estábamos distraídos peleando por boludeces.