Trabajadores despedidos del Ministerio de Agroindustria de la Nación pararon y se movilizaron hacia la Capital Federal. En Santa Fe, echaron a cerca del 25% del personal que trabajaba junto a pequeños productores, pescadores artesanales y comunidades indígenas.
Trabajadores del área de Agricultura Familiar, Senasa y el Inta se movilizaron este jueves a Buenos Aires para exigir la reincorporación de los cerca de 300 despedidos en todo el país. En Santa Fe, en la última semana, el Ministerio de Agroindustria de la Nación echó a 14 de los 56 técnicos de la Subsecretaría de Agricultura Familiar, según la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). En todos los casos, son técnicos que trabajaban desde hace años junto a pequeños productores, familias campesinas y comunidades indígenas, el sector más vulnerable del campo, que al mismo tiempo produce la mayor parte de los alimentos que se consumen en las ciudades.
Los despedidos en Santa Fe tienen entre seis y 20 años de antigüedad. El ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevere, dijo que no se trata de despidos, sino de contratos que no se renuevan. Lo que no dijo es que son trabajadores precarizados desde hace décadas, a quienes nunca les reconocieron el pase a planta permanente. Muchos comenzaron a trabajar a fines de los 90 como monotributistas y luego pasaron a tener contratos de renovación automática, que les reconocen algunos derechos (como licencias y aportes jubilatorios) pero que habilitan al Estado a despedirlos sin causa ni indemnización.
El rol de estos técnicos, con años de formación y experiencia, es clave para que muchas familias que aún viven en el campo puedan quedarse allí y no sean expulsadas a los cordones de pobreza de las ciudades.
La protesta en la Capital Federal comenzó este jueves por la mañana frente al SENASA (Paseo Colón y Belgrano) y luego los manifestantes marcharon hacia el Ministerio de Agroindustria (Paseo Colón e Independencia), donde realizaron el acto central a partir de las 13.
Equipos desarmados
Eduardo Bozzalla cumplió 49 años este 2 de mayo. Hace diez que trabaja en la Subsecretaría de Agricultura Familiar en Ceres. Es técnico idóneo, especializado en la elaboración de quesos artesanales. La semana pasada recibió el telegrama de despido.
Su trabajo, como parte de un equipo interdisciplinario, era visitar campos, relevar las necesidades de los pequeños productores y asesorarlos en forma gratuita. Además, ayudar a las familias a elaborar proyectos para que puedan acceder a créditos y subsidios a la producción, y colaborar en la regularización laboral a través de la inscripción en el Monotributo Social Agropecuario y el Registro Nacional de Agricultura Familiar.
“Aparte de cumplir una función técnica, cumplimos una función social”, destacó Bozzalla a Pausa. “Los problemas de los pequeños productores están cruzados por cuestiones sociales además de productivas. Otras áreas del ministerio o instituciones como el Inta no tienen los equipos como para abordarlas”.
Hay casos en los que, cuando los técnicos se van, prácticamente se va el Estado. Eso pasa en el departamento 9 de Julio, en el postergado norte santafesino, donde echaron a dos de los cuatro integrantes del equipo de Agricultura Familiar: Lorena Acosta, asistente social, y Oscar Nagel, veterinario.
Lorena tiene ocho años de antigüedad y Oscar, 20. “Empecé en 1998 a trabajar en lo que en ese momento era el Programa Social Agropecuario”, explicó Oscar. Se mudó con su familia a Gato Colorado, casi en el límite con Chaco, para dedicar su vida a apoyar a los pequeños productores.
“Ahora quedan dos personas para cubrir 13 mil kilómetros cuadrados. Teníamos mucha presencia territorial y eso la gente lo valora mucho, porque son pequeños productores que no pueden contratar a un veterinario o a un ingeniero”, explicó. “Estos despidos son muy injustos. Tantos años trabajando. Gente muy formada y valiosa”, dijo Nagel, que el miércoles a la noche salía en viaje desde Vera hacia la Capital Federal para reclamar su reincorporación y la de sus compañeros.
Tatiana Arzamendia es antropóloga y comenzó a trabajar en Agricultura Familiar en 2008, en Chaco, junto a comunidades Qom. Luego se trasladó a Santa Fe. También la echaron sin causa ni indemnización.
Uno de los proyectos en el que estaba involucrada es el de huertas agroecológicas con familias de la comunidad mocoví Com Caia, en Recreo. Allí, Agricultura Familiar colabora para mejorar las condiciones de producción, sistemas de riego, lavado de verduras, herramientas, etc.
“Esto es un desmantelamiento. Primero nos recortaron los presupuestos. Ahora somos los técnicos los que sobramos. Detrás queda el sector (rural) más aislado y perjudicado, sectores vulnerables ya de por sí, que sin estas políticas públicas quedan desprotegidos, abandonados. Al no tener más ayuda para vivir en el campo, se trasladan a las ciudades, con todo lo que eso implica”, dijo Tatiana.