El exbajista de Serú Girán y Spinetta Jade pasó por la ciudad para presentar “Resonancia”, un set que repasa lo producido durante sus 35 años de carrera solista. Antes del show, charló con Pausa.
Desde finales de los setenta hasta su concierto en Casa Rosada y la tarde con Roger Waters, Pedro Aznar participó de un largo tramo de la historia del rock argentino, digamos, desde las épocas de la resistencia hasta la de la institucionalización del mismo. A los 58 años se muestra entusiasmado por lo que hace prácticamente desde que tiene memoria.
— Entre lo grabado en vivo y en estudio llevás casi una producción por año, ¿cómo se hace para llevar a término tantas metas concretas?
— Una clave muy importante es no bajar nunca los brazos, en toda carrera hay momentos más o menos difíciles. Dudás de vos mismo, de si lo que vos hacés cuadra en lo que el mercado pueda llegar a hacer circular. En ese momento es cuando tenés que volver a lo que te motivó a hacer música, cuál fue esa pasión inicial, serle completamente fiel a eso, pegarse a esa intuición primordial que cuando eras chico te dijo ‘el camino es para acá’.
— ¿Te acordás puntualmente alguna de esas epifanías?
— Y, descubrir a ciertas músicas y músicos fueron epifanías en sí mismas te diría. Egberto Gismondi, Piazzola, Los Beatles. No fue una decisión racional, fue una cuestión del corazón, la respiración se hacía más rápida y el mundo cobraba un entusiasmo que ninguna otra cosa se la brindaba.
— ¿Qué mantenés de aquel pibe y qué aprendiste hoy con casi 40 años de escenarios?
— Lo que sigue igual es que cuando era chico yo sentía que la música era una vibración que aceleraba el pulso y que hacía que toco brillara, es una de las cosas que le da sentido a vivir.
Lo que cambió es que antes me percibía como un entusiasmo sin las herramientas para llevarlo a cabo. Hoy sí puedo concretar la imaginación, en gran medida, yendo al teclado o a la guitarra, sé cómo hacer que pase. Aunque eso es una trampa, porque te puede inducir a repetirte. Para esquivar eso intento conectarme con aquel entusiasmo y ahí me encuentro intentando cosas nuevas.
— Leí en alguna nota vieja que antes que el bajo tocabas la guitarra, ¿cómo fue que te encontraste con él?
— Un poco casual y un poco destinal. Tenía 14 años cuando entré a Madre Atómica y ellos necesitaban un bajista, Lito Epumer en la guitarra y el Mono Fontana en la batería. En ese momento me encontré con un instrumento que ya me llamaba la atención pero que finalmente me dio todo, se convirtió en mi casa. El bajo es mi centro de operaciones.
— Si tuvieras que pensar en algo que unifique tu desarrollo solista de punta a punta, ¿qué sería?
— La intención de crear un idioma y que la música que hago vaya teniendo cada vez un sabor más personal. Creo que lo he logrado en buena parte, siento que mi música me representa cabalmente.
35 años en un show
El show será esta noche desde las 21:30 en el Teatro Municipal “1º de Mayo” (San Martín 2020), las entradas se pueden conseguir en la boletería misma del teatro a estos precios: Plateas y palcos $650; Tertulias numeradas $600; Tertulias sin numerar $550; Gradas $500; Paraíso y visión restringida $450.