Las plazas de Wall Street tomadas, las periferias de Europa sufriendo sus propios 2001, billones de dólares evaporándose en la nada y un gobierno local apenas saliendo de una crisis política profunda, la 125. El mundo vivió en 2009 una crisis internacional gigantesca, Argentina retrocedió un poco, bastante, casi a los niveles de 2003, pero bancó los trapos a fuerza de Repro y asignación universal por hijo. Para 2010 y 2011, con el rebote económico y el impulso a la demanda, se vivieron puntos récord de producción e ingreso.
¿Será 2016, será 2018 o serán los dos años? Sin ninguna crisis internacional, la política de ajuste del macrismo apenas asumió –que sólo puede llamarse gradualista si se le da crédito a las recomendaciones políticas de sociópatas como José Luis Espert– retrotrajo la producción y consumo a niveles peores que los de 2009. Devaluación, apertura irrestricta de importaciones y shock de despidos se sintetizan en un dato: en 2016 se tomó menos leche que en 2001.
Pero todavía falta lo peor, la apretada de 2018. La segunda crisis de la era Cambiemos agarra a la población castigada por las decisiones tomadas por el gobierno. También como un reverso, las únicas políticas económicas activas en los últimos años son las de agigantar el endeudamiento, sea en dólares o en pesos, a través de las mentadas Lebacs.