El otro día estuvimos chateando con mi amigo Weinbaum de que hace ya un año más o menos que vamos al supermercado con el catálogo de los descuentos aprendido de memoria. (Sí, ya sé que es un “problema de burgués”, como dice Barba, el otro amigo que tiene Weinbaum). O que demoramos más que antes porque ahora nos detenemos a comparar precios y buscar las promos que haya. Ambos coincidimos en que cuando llegamos a la góndola del papel higiénico, empezamos a comparar marcas, precios y el largo del rollo, para sacar, combinando todas esas variables, el más barato. “Pensar que antes íbamos contentos a agarrar el que traía ositos, mariposas o florcitas, que te hacía sentir que te estabas acariciando el upite; y ahora tenemos que comprar la lija más larga y barata. Qué bárbaro estos kernerestas que nos hicieron creer durante 12 años que podíamos limpiarnos el culo dignamente”, dijo Weinbaum. Pero yo quería hablarles de otra cosa.
Me enteré de que Moyano anunció un paro de camioneros justo para el día que yo viajo a trabajar a Concepción del Uruguay. Yo, que estoy cada día más garralapala, estaba chocho. Pero resulta que al toque me la bajaron, diciéndome que la UTA capaz no adhiere… y que Moyano prometió no cortar rutas. ¡Eso no es un paro, Moyano! ¡Te llega a ver Ubaldini y se arranca la campera de cuero entre llantos! Yo me quería matar. Iba a tener que viajar en medio del paro.
Después me calmé y empecé a reflexionar que un paro así es coherente con el espíritu de época imperante. Con el fenómeno sociocultural hegemónico que yo denomino la “cultura Ser”. Todo light. Todo suave. Todo paz. El conflicto está mal visto; o sea, la política está mal vista. Por eso un empresario gana la presidencia. Todo tiene que ver con sentirse y verse bien. Con el cuidado de uno mismo, pero no en términos foucaulteanos, sino publicitarios. Estamos rodeados/as. Y va más allá de la comida baja en calorías.
Pero empecemos por ahí. El chocolate tiene como una de sus funciones empacharte y hacerte perder la cordura. No tiene por misión cuidar tu silueta. Y te tiene que dar calor. Entonces, dejen de arruinarlo fabricando chocolate o dulce de leche light ¡porque es un oxímoron! Si es chocolate, ¡engorda! ¡Y está bien! Por favor, que Bromatología decomise todos los alfajores de arroz con sabor a limón antes de que criemos zombies. Yo sé lo que les digo.
Cerveza sin alcohol. Muchachos, en serio: no jodamos. ¿Es para niños/as? ¿Queremos formar a una hermosa futura generación de alcohólicos/as? No me opongo, eh. Pero cerveza sin alcohol es como el fútbol argentino sin público.
No me quiero meter con los/as veganos/as, porque seguro en breve, cuando pierda Messi culpa de alguien más, voy a escribir sobre ellos/as. Pero he aquí una breve mención: “locro vegano”. Paren un cacho. Salame vegano hasta me caía simpático. Locro vegano es un caldo. Y seguro que es caro. Dejen de estafar a la gente y de apropiarse de nuestras asquerosidades.
Hasta hace no más de tres años, la única semilla comestible para humanos/as que conocía era el girasol. Gente, la chía y la quinoa seguro son las semillas que los aztecas o los incas tiraban a la basura porque no eran alucinógenas. Y nosotros/as las comemos porque son sanas.
Acción poética, el veganismo del graffiti. Para quien no lo sabe, el graffiti se constituyó en una manifestación de protesta contra el orden establecido, como medio de comunicación de los/as perseguidos/as. Era como un periodismo de denuncia callejero. Era irreverente. Cortázar le dedica un cuento hermoso. Pobre Julio, menos mal que ya no está con nosotros/as para ver esto. Hace un tiempo en una de las esquinas del Normal, había un poema de esos que decía “Si no amas a todos, no eres capaz de amar a nadie”. Yo, desde que lo leí, les juro que estoy intentando amar a Hitler, a Mussolini, a Videla, a Higuaín, pero no, no puedo. Así que no amo a nadie. Me voy a morir solo.
¿Se acuerdan cuando Mollo era feo? Era una mezcla del naso de Guillote Copola, los rulos y la panza de Maradona y el vestuario del Pity Álvarez. Ahora es un sex symbol. Era rockero. Él compuso “La rubia tarada”. Ahora es un ser de luz. Idolatro a Mollo. Mi vida es más linda gracias a Divididos. Pero el rock es sucio y desprolijo. Es reo. Era tan rebelde… y ahora es Tan Biónica.
Gente, les acabo de decir que viene el papel higiénico con ositos y nos encanta. O sea, ¡¿qué estamos haciendo?! Paremos de romper todo lo que va a hacer que podamos romper todo cuando sea necesario. ¡¿Qué le estamos enseñando a la juventud?! ¡¿Contra qué van a protestar?! ¡Necesitan protestar! Basta de enseñarles que el mundo es Disneyworld. Pero, sobre todas las cosas, enseñémosles que si anunciamos un paro, paramos todo, lo hacemos de verdad, así yo zafo de laburar, ¡carajo, mierda!