Si diez años después
te vuelvo a encontrar
en algún lugar,
no te olvides que soy
distinto de aquel
pero casi igual.
La manera más sencilla de iniciar este encuentro sería decirle que el dólar cerró en 2008 en su valor máximo en seis años: $3,47. Diez años después roza los $30. Lo complejo de encontrar tesoros guardados es que pierden todo valor. Imagine que dentro de unos meses, limpiando la casa de una abuela encuentra un bolso repleto de billetes de $2. Sí, un verdadero atentado a la razón. Lo mejor que nos pudo pasar de 2008 a hoy es que como equipo se sumen personas más jóvenes, que entienden de nuevas redes sociales y mantienen en su totalidad la extensión capilar.
Los griegos, esos seres que son como los mayas pero con mejor prensa, tenían tres palabras, tres dioses, para expresar su relación con el tiempo: Kronos, Aión y Kairós.
Seguramente usted está pensando en el tiempo como magnitud física o no… pero deme unos minutos más de su preciado tiempo.
Hoy y siempre estamos más habituados al rey de los Titanes y padre de Zeus: Kronos. El que nos lleva a ese espacio de tiempo en que los acontecimientos se desarrollan y los personajes realizan sus acciones.
Aión, que tranquilamente puede ser la marca de una toalla inteligente japonesa, es también el dios de la eternidad al que no le hace falta devorar nada para ser eterno. Es a la vez niño y anciano. Cuando actuamos bajo los auspicios de Aión, estamos satisfechos con el camino que recorremos porque el objetivo es recorrerlo y cada paso tiene sentido.
Kairós, que ha sido usurpado para darle nombre a bolichones y pubs, en realidad es un joven con un mechón de cabello muy largo en la frente pero completamente calvo por detrás. Es el dios caprichoso de la oportunidad que pasa rápidamente, al que sólo se le puede coger por el mechón según viene. Cuando acaba de pasar no se le puede agarrar porque está calvo. Es el momento indicado y también es el momento imprevisto “aquí y ahora” en el que la acción adecuada nos llevará en un abrir y cerrar de ojos a ese futuro anhelado.
En el Pausa no hay ningún descendiente de griegos, pero los datos antes esbozados pueden sumarle en una sobremesa. Sin embargo, lo que nos emparenta hoy con Grecia es el FMI. Que todo lo devora sin temor a deidades.
No sé qué tiempo habitamos en los espacios que transitamos en los primeros diez años de este periódico que tiene frente a sus ojos. Pero por momentos creo que abrazamos la frase de Machado: Hoy es siempre todavía, toda la vida es ahora. Y ahora, ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos.
Porque ayer no lo hicimos, porque mañana es tarde. Ahora.