Las ventas de vino siguen derrumbándose y perforando los récords negativos. Desde el inicio de la era Cambiemos, hubo apenas seis meses positivos en el sector. El último dato, de mayo, marca una baja del 8,49%.
Es invierno y las ventas de vino están en el mismo nivel que cuando los 40 grados de enero derriten el asfalto. Esa es la dimensión de la crisis en el sector. Específicamente en mayo, las ventas de vino de todo tipo, medidas en litros, están un 8,49% abajo de las de mayo de 2017. En la comparación con 2015, la diferencia se estira al 10,74% para atrás. Pero lo notable es que, con 754 mil hectolitros vendidos, mayo de 2018 no está lejos de, por ejemplo, los 741 mil hectolitros de enero de 2015, o los 715 mil de enero de 2014. La venta de vino varía de manera muy marcada y regular con la temperatura: se derrumba en verano y explota en invierno. Tan horrible es 2018 que arranca su buena temporada como si fuera la temporada baja de los años ya perdidos.
Indicador sensible de la capacidad de consumo popular, las ventas de vinos en la era Cambiemos cayeron por un tobogán. En 2016 cayeron un 8,3% respecto de 2015, en 2017 cayeron un 5,6% respecto de 2017, en lo que va de 2018 están 3,3% abajo de 2017. Si 2017 fue el año con las ventas más bajas desde que hay registro (2009), 2018 lo está superando para peor. En la comparación total, las ventas acumuladas entre enero y mayo de 2018 están un 17,37% abajo de las del mismo período de 2015. Son caídas de ventas para el quebranto. Y son cifras oficiales del Instituto Nacional de Vitivinicultura.