¡Volvió el temor a sentarse en el parque a fumar un porrito!
Aquellos cuarentones canosos tienen una buena oportunidad para transmitir a la purretada anécdotas y saberes de los 90, cuando lo mejor que se podía fumar era un Pedro Juan Caballero, el porro prensado del norte de Paraguay que, también, se conocía como Punto Rojo. No ser bandera y tener una buena campana es el rudimento, el transporte y descarte delante de la cana es el curso avanzado.
Una pena. Desde 2010, en Pausa se acompañaron los avances hacia la despenalización del consumo de marihuana, el crecimiento del autocultivo y las demandas por el cannabis medicinal, que ya tiene ley provincial. La Marcha Mundial de la Marihuana tuvo su primer capítulo local en 2012 y estuvimos allí, esa vez y las siguientes. También, cuestionamos el paradigma de despenalizar el consumo pero no el comercio, conscientes de que esa línea se vuelve contra los más desprotegidos: los dealers barriales.
Con la llegada de Patricia Bullrich al Ministerio de Seguridad, esos incipientes caminos de libertad civil fueron truncados. Fue lema de la campaña de Cambiemos: “combatir al narcotráfico”. Pese a su fracaso internacional, retornamos al modelo Reagan de la war on drugs. Ahora se ven semanalmente los ladrillos de falopa ordenaditos, después de ser incautados por las fuerzas de seguridad, prestos para ser comidos por los ratones drogadictos de alguna dependencia policial.
El único resultado es el alza en el precio de los estupefacientes, que siguen circulando porque su demanda no cesa, y el aliento a la persecuta vecinal contra el autocultivo.auto