—Buenas, hace tiempo que no nos vemos. ¿Cómo anda usted?
—No me puedo quejar, más contento que vendedor de Smart TV. Y encima comí dos veces asado en el mes. Marucha, pero de luxo.
—¿No va a mencionar ningún tema de la coyuntura?
—No, la verdad que ahora me hice desarrollista y quiero salir de gira a caminar todas las rutas con Elisa, timbrear en todas y cada una de las tranqueras de la provincia. Abrazar a todo empresario, tomar mate con azúcar, ofrecerme como trapito para limpiar cosechadoras y motorizar el cambio desde el pulmón verde transgénico, por pymes que dejen de hacer muzzarella y que hagan el queso más rico de todos, la burrata que es de Nápoles y riquísimo. Gobernar es devaluar.
—Pensé que con la corrida del dólar, iba a estar preocupado. Con los cambios en el Banco Central y esos detalles… pero lo veo muy optimista.
—Toda crisis es una oportunidad. El dólar es una ficción mala, tirando a novela de bajo presupuesto. Nos ilusiona pero ya conocemos la trama. El final siempre es el mismo. Entonces hay que entrarle al hueso, no podemos seguir subvencionando el turismo de los cadetes, no es por maldad. Me encantaría que un trabajador flexibilizado que reparte pizzas en bicicleta tenga la posibilidad de conocer Manhattan y que se compre un Iphone. Pero no se puede, hay que ser realistas.
—Yo compre dólares, por las dudas… porque me voy de viaje.
—Sí, en las casas de cambio todos dicen lo mismo. No compro para ahorro, compro para viajar. ¡Hay que parar de viajar! ¡Hay que hacer cosas con valor agregado!
—¿Cómo qué?
—No sé: agregarle valor a las cosas.
—Ah, me queda muchísimo más claro…
—Quizá Santa Fe no pueda abastecer el mercado de China. Pero, si somos creativos y emprendedores, podemos abastecer un supermercado chino. Empecemos con lo que tengamos a mano, vaya al súper chino de su barrio e intente vender.
—¿Qué cosa?
—Algo, lo que sea, salga de su zona de confort. Abandone ese empleo fijo en el Estado.
—Pero estoy precarizado, soy monotributista estatal. Ni licencia tengo. El aguinaldo es una sensación reflejada en rostros ajenos.
—Su zona de confort le está impidiendo vivir la vida que desea. Naturalmente, todos los seres humanos buscamos estar cómodos con lugares, personas, cosas y experiencias.
—Sin embargo, cuando se trata de lograr mejores resultados, usualmente estar en la zona de confort es negativo.
—Pero no me dijo qué hay que venderle al supermercado chino.
—Prácticamente todas las personas exitosas han tenido que hacer algo que los ponga un poco incómodos, para poder lograr los resultados que se han propuesto.
—Ajá. ¿Y cómo hago para venderle algo al chino?
—Adquirir nuevas habilidades, aprender nuevas estrategias y conocer diferentes maneras de hacer las cosas…
—¿Pero qué le digo? Buenas... acá traigo una torta frita con valor agregado a la harina y la grasa.
—Mire, nuestra naturaleza humana nos condiciona para intentar en todo momento evitar las amenazas que atenten contra nuestra existencia.
—Todos son filósofos ahora, la culpa la tiene Darío Sztajnszrajber.
—Buscamos siempre acercarnos al placer y alejarnos del displacer.
—¿Algo que no haya dicho Rolón?
—El miedo es el principal factor que nos afecta a la hora de querer expandir o salir de nuestra zona de confort. Por genética, le tenemos miedo a lo desconocido.
—Uff... No hay peor cosa que hacerse el Facundo Manes.
—La zona de confort es el conjunto de límites que nos impiden avanzar.
—¿Qué le vendo al chino?
—¿Qué chino?
—Nada, no importa.
—¿No sabe a cuánto cerró el dólar en Uruguay? Estoy viendo que quizá sea lindo visitar la costa en diciembre.