En el cierre del segundo Foro Latinoamericano de La Poderosa, en Porto Alegre, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel dejó un mensaje que transcribimos, con imágenes del encuentro.
Cobertura y fotografías desde Porto Alegre: Mauricio Centurión y Juan Bordas.
Texto redactado con el aporte de materiales colaborativos.
A mí se me presenta siempre un problema. Que los compañeros y compañeras que hablaron ya dijeron todo lo que yo quería decir. Porque compartimos esos ideales, esas luchas de nuestro continente. Y mientras los sentía hablar veía la foto del compañero Fidel, que tenía una visión y una esperanza profunda en los pueblos latinoamericanos. En la lucha por la libertad, en la lucha por el derecho. Y creo que esas esperanzas, esas luchas están presentes. Están presentes aquí. No es que ahora vamos a terminar esta reunión. Aquí vamos a abrir las puertas y las ventanas para que entren la luz y una nueva esperanza para todo el continente.
Que la voz de los pueblos se escuche. Y yo voy a compartir algunas cosas con ustedes. Recordando a aquellos que no están físicamente pero que nunca se fueron porque están presentes. Hicimos un homenaje a Marielle y estuvimos en la favela acompañando a todos los favelados. Esa mujer luchadora que nos dio un ejemplo de vida. Esta mujer que dio la vida para dar vida, no para la muerte. Esa es la diferencia. Y estamos aquí también para hacer memoria. La memoria no es para quedarnos en el pasado, la memoria nos ilumina el presente, donde podemos generar y construir la vida. Y saber hacia dónde vamos. Un antiguo proverbio dice “Si no sabes adónde vas, regresa, para saber de dónde vienes”.
¿De dónde venimos, quiénes somos? Somos gente del pueblo. No hablamos del pueblo, porque nosotros somos parte del pueblo. No está el pueblo “allá”, el pueblo está aquí. Y está permanentemente aquí para luchar. Cuando se habla de la unidad, esa unidad es en la diversidad. La gran riqueza de los pueblos es la diversidad, no la uniformidad. La uniformidad nos lleva a los totalitarismos, y no queremos más totalitarismos de ningún tipo, de ningún signo.
Y también tenemos que pensar qué venimos a compartir. No sólo la reflexión, no estamos haciendo catarsis. Venimos aquí a compartir dos cosas. Primero el pan, que alimenta el cuerpo y el espíritu. Y la libertad, porque sin libertad no podemos amar. Y sin amor por el pueblo no podemos construir. Hoy con un compañero hablábamos del amor. ¿Por qué luchamos? No luchamos para uno, luchamos para compartir con todos y todas un nuevo amanecer, una nueva vida. Aquí la compañera Manuela Davila habló de que aquí en Porto Alegre comenzó el Foro Social Mundial. Aquí estuvimos reflexionando juntos para construir, para ver cuál es el camino. Qué pensamos nosotros hacer, qué tipo de sociedad queremos. Porque hablamos de democracia. La derecha también habla de democracia. Pero ¿de qué democracia? Democracia para mí significa derechos e igualdad para todos y todas, que no se nos mueran los niños de hambre, de enfermedades, que todos tengan sus derechos. La democracia no se regala, la democracia se construye. Y es un hacer cotidiano, todos los días tenemos que tener la capacidad de construir la democracia. Poner el voto en una urna no significa que vivimos en democracia. Es un paso, es una elección. Pero está la construcción cotidiana, que tenemos que ir pensando.
Cuando vemos la situación del continente, muchas veces nos olvidamos de ese pequeño pueblo, de una isla, que fue la primera que se liberó en el continente, que es Haití. Haití está hoy castigada, dominada, arruinada. Hemos estado muchas veces en Haití compartiendo la vida con la gente. El imperio, que habla de democracia, no quiere saber nada de la democracia. Está tratando de destruir y dominar a nuestros pueblos.
Quiero detenerme en la dictadura del mercado impuesta por el FMI. Son cadenas que no vemos, pero son cadenas tremendas, porque imponen la dictadura del mercado no solo en el presente, sino que hipoteca el futuro de los pueblos. Y por eso tenemos que resistir y decirle “No al Fondo Monetario Internacional”.
No hay casualidades. Todo lo que está ocurriendo en nuestros países pasa en África, en Asia. Es el mecanismo de dominación. Es un mecanismo de dominación que nos imponen. Sube y baja el dólar todos los días a cualquier hora, suben y bajan las acciones… no es una economía real. Es una economía especulativa, para someter a nuestros pueblos. No es producción, trabajo, comercialización. Y no vemos esas cadenas, cuando van a comprar azúcar o alimentos tienen que pagar, y tienen que pagar esa deuda externa que es inmoral, injusta, impagable, y que tiene tres ejes matemáticos: más pagamos, más debemos, menos tenemos.
¿Qué hacer? Aquí estamos tratando de ver cuáles son esos ejes de la resistencia. Después volveremos a nuestros pueblos, pero tenemos que ser agentes multiplicadores, transmitir. Porque también se habló aquí de los grandes medios de comunicación, que son cómplices de las dictaduras del mercado y de estas mafias políticas que hoy agobian a nuestros pueblos. Los grandes medios de comunicación, que incomunican y que generan en mucha gente la confusión.
Tenemos que ver en profundidad esto y también por que hay tantos golpes de Estado. Estos golpes de Estado encubiertos, con pseudo legalidad. Como ya se señaló, en Honduras, Paraguay, Brasil. Y lo que pasa con el compañero Lula. Por eso tenemos que estar en la resistencia para reclamar “Lula Livre”. Sin Lula, no puede haber democracia.
Y yo lo he dicho muchas veces: Lula ayudó, acompañó y sacó de la miseria extrema a 36 millones de hombres y mujeres del Brasil. Y por eso compañeros y compañeras, lo he dicho y vuelvo a repetirlo aquí, a Lula lo he presentado como candidato al premio Nobel de la Paz para Brasil, no para Lula, para Brasil, para el pueblo de Brasil y de toda América Latina. Porque es un gobernante que se ha puesto al servicio del pueblo. Si un gobernante no está al servicio del pueblo, ¡está contra el pueblo! Como hay muchos gobernantes que hoy gobiernan para una elite, para enriquecerse, pero no para ser servidores del pueblo. Quien llega al poder debe ser servidor del pueblo, y no servirse del pueblo.
Compañeros y compañeras, simplemente quiero decirle que tenemos que tener esta unidad y no perder la esperanza. No dejar de sonreírle a la vida, porque el día que dejamos de sonreírle a la vida es que nos vencieron, y eso ¡nunca! Tenemos que tener ese grito que La Poderosa reclama a todos. Ese grito de La Poderosa es libertad, liberación, nunca dominados. Quiero darles un abrazo como hermano latinoamericano, como un compañero más, y decirles “Hasta la victoria, siempre”.