El otro día, convencido por un amigo, fui a una barbería. Y sí, uno llega a los 40 y además de crecerle una joggineta prendida a las piernas y panza porronera, empieza a hacer pavadas. Y yo no veo por qué debería ser la excepción. “Te hiciste hipster”, me dice mi hermana desde las Islas Canarias después de contarle dónde había ido. “Viejo ridículo, se dice en Argentina, pendex”, le respondo yo. De todos modos, creo que es más indigna la joggineta. Y lo de la panza, bueh… después de los 40, los abdominales son como Papá Noel y el 4G de Personal: inventos publicitarios del capitalismo consumista. Pero yo quería hablarles de otra cosa.
No, no de la barbería. Porque, en verdad, no tengo casi nada de qué quejarme. Fue una experiencia agradable que contradijo mis prejuicios. La pasé bien. Y si alguien me va a decir que eso no es cosa de machos o estupideces similares, sepa que para mí eso es un elogio. En fin, me pusieron una toalla caliente en la cara, que me hubiese dormido de no ser porque tenía a un tipo apoyándome una navaja recién afilada en el cogote. Créanme que en ese momento, supliqué al dios que no tengo, que ese pibe no haya sido mi alumno alguna vez.
Estuve sentado allí un rato largo. Y como yo no soy de sociabilizar y hablar mucho, tuve tiempo de pensar en la columna para este nuevo Pausa. Me propuse ser original. Nada de Cambiemos o del Mundial. Pero no va que en eso recibo un whatsapp de Brecha (que se ve se está quedando sin amigos porque me está escribiendo seguido) que decía: “¿Si hacemos una carta pública, pidiendo que Lilita se dedique al humor?” y me hizo acordar de Carrió y toda la paz interior que me había provocado ese gel con olor a eucalipto que me habían untado en el cuello para afeitarme, se desvaneció más rápido que promesa de Macri en campaña, Daniel. Yo le contesté: “Creo que el Sindicato de Humoristas Políticos debería salir a repudiar los dichos de Carrió. Está poniendo en peligro cientos de puestos de trabajo, incluidos los nuestros, Brecha.” La última vez que Brecha me sugirió un tema, lo ignoré y quedamos afuera del Mundial.
Yo no quería esta vez, en serio. Pero cuando ya estaba empezando la columna sobre por qué si Sampaoli renuncia es un triunfo de la patronal, y si lo echan es un acto de resistencia y de defensa del derecho del obrero a la indemnización sin importar que sea de 20 millones de dólares, me empieza a chatear Juan Pascual. Yo le quise evitar cualquier tema periodístico y le conté que me iba a Crespo, Entre Ríos, a comprarme vinilos. Pero él insistió con esos datos que caracterizan a este pasquín de las calamidades y que te deprime quincenalmente. Y yo le decía: “Pero Juan, te estoy diciendo que me voy a Crespo. Puedo escribir de la maqueta tamaño real que tienen de Gabriel Heinze. O del monumento a los pollos que hay en la entrada a la ciudad. O de que su Concejo Deliberante está debatiendo si nombrarla o no ‘Ciudad Pro Vida y Pro Familia’, y poner el monumento al embrión al lado del de los pollos”. Pero no hubo caso. Entonces, ante su persistencia me resigné y le terminé pidiendo que me diera letra, que la columna ya la estaba escribiendo él prácticamente. Me respondió que no le choreara los datos. “Juan, con la solidaridad no llegamos a ninguna parte. A vos te robo esto por acá, a Gonzalo le hablo de fútbol, se indigna y me da letra por allá. Y así, robando de a puchitos, por todos los chats, termino la columna. ¿No ves que es hermoso lo que estamos logrando entre todos, Juan?”. Y después de escribirle eso me respondió: “horrible man” (traduzco para mi mamá que no sabe inglés: “garralapala”) y desapareció. Horrible man yo, que tengo que pelear el puesto de trabajo con Carrió y el resto del staff de La Peluquería de Don Mauricio.
Porque no contentos con la propina de Carrió, sale la vice Michetti a batir la del “si la violan que aguanten y lo dan en adopción, no sé”. O el “hay tantos dramas en la vida que uno no puede solucionar que no me parece que porque exista ese drama, digamos que a uno se le terminó la vida. O sea, podés dar en adopción el bebé y no te pasa nada”. Ustedes díganme lo que quieran, pero ante un eventual empate en el Senado de la Nación, sea la ley que sea que se vote, yo confío más en definir la votación por un piedra, papel y tijera que por el voto de Michetti.
Hacen de Micky Vainilla una tragedia. Yo tenía la ilusión de un día estar compitiendo con Capusotto, no con Lilita. Bueno, en verdad yo tenía la ilusión de escribir la nueva Rayuela, pero pasaron cosas. Yo no sé qué onda Durán Barba. No sé si le pagan al pedo porque él les habla y no le dan pelota y salen a batir cualquiera. O le pagan al pedo porque les dice “sean ustedes mismos total hasta ahora viene funcionando” y ellos le hacen caso y salen a batir cualquiera. No lo sé, sinceramente. Solo espero que deje de funcionar pronto.