Como todos los años, Ginkgobiloba se junta en Santa Fe para jugar a la música, grabarse y tocar en vivo.
Al cierre de esta edición estamos escuchando “Jardín sonoro”, el corte difusión del nuevo disco del Ginkgo, Desiertos y jardines. Este adelanto, por lo menos, hace notar a una banda madura que no necesita convivir en una misma ciudad para sostenerse, actualizarse y dar la talla cada vez que vuelven: de a poco, la mística se vuelve épica.
Jorge Mockert, baterista del Ginkgo, esa entidad que se enuncia en tercera persona, también músico de la banda municipal y director de El Emparche, charló con Pausa unos días antes de su show del jueves 19 en la Asociación Cultural El Puente (1 de mayo 3349), desde las 21.00, con Ten como banda invitada.
Jorge es el único que vive cerca de donde nació la criatura, mientras que el guitarrista Demian Pozzo hace lo propio en Buenos Aires y el bajista/cantante Memo Beltzer está instalado en Melbourne, Australia: “El año pasado, después del último recital, habíamos decidido que antes de que Memo se volviera a Australia íbamos a meternos al estudio a grabar algunos temas que ya veníamos tocando y otros que fuimos terminando sobre el momento. El mismo día que viajaba Memo nos fuimos a lo de Franco Bongioanni (Barro) y registramos todas las bases en directo, tocando todos al mismo tiempo. Nos despedimos tocando”.
Demian y Memo están perfeccionándose en cuestiones de pos producción, así que cada uno desde distintos extremos del planeta van dándole de comer al Ginkgo que, cada vez que vuelve a manifestarse en público, presenta material nuevo: “Hacer un disco a la distancia, en otra época, nos hubiera sido imposible, pero por Skype nos arreglamos. También está la cuestión de los años que hace que venimos tocando, 17. Hoy las cosas salen sin tanta rosca. Me volvía a fijar y de pronto había cuatro coros nuevos u otros instrumentos ya pulidos y terminados, increíble la dinámica que desarrollamos, llegamos a un punto en el que nos delegamos tareas con una confianza plena”.
“No planificamos más allá de un año para adelante, pero siempre está presente el deseo de juntarnos y tocar esas canciones, el Ginkgo nació como un espacio para ser auténticos y eso es lo que no nos deja parar. Siempre me acuerdo de una anécdota que me contó Gonza Díaz, de cuando fue con Hamaca Vieja a grabar al estudio de Spinetta. En su momento, el Flaco les dijo ‘Che, mañana no puedo porque todos los jueves viene Rodolfo García a zapar’, y ahí te das cuenta de que si esos tipos siguen manteniendo ese espíritu de jugar y de vincularse con el otro juntándose a tocar... esa dinámica queremos imprimirle a los discos”.
La herencia
Si alguna banda puede hermanársele a Ginkgobiloba, hay que postular a Infusión Kamachuí o la no tan lejana Ten. Esta banda formada por Bernardo Aguirre, Lisandro Schurjin y Valentín Gatti, tiene temas como para grabarse otro disco, pero no pierde de vista que su disco debut, Viejas Tecnologías, tiene todavía varias presentaciones por delante: “El Berni (Bernardo Aguirre) de un ensayo al otro te viene con dos o tres canciones nuevas, por suerte hay una energía corriendo y los tres estamos en sintonía. Tocar en vivo nos entusiasma muchísimo y no solo que agarramos todo lo que se nos presenta, sino que nos abrimos camino ya para otras ciudades”. Aunque llevan, poco tiempo juntos, el baterista reconoce la importancia de cuidar los vínculos humanos como cimiento de su proyecto artístico. Además de haber calibrado el estado óptimo para desarrollar música, “aprendimos a cuidarnos también, tenemos en cuenta cómo va a recibir el otro lo que yo tengo para aportar”.