Yo pasto de los leones, el nuevo cortometraje del cineasta Milton Secchi sobre la gran inundación de hace 15 años.
En apenas 23 minutos de pantalla, Yo pasto de los leones oscila entre escenas de interpretación actoral y testimonios documentales respecto de la inundación de 2003, abriendo cantidad de historias que pueden vincularse a través de la sutileza de un gesto o de la formulación de la misma frase por dos hombres distintos.
La forma más superficial de la película muestra a una chica dirigiendo un casting en vistas a un documental acerca de la inundación infame. Sumamente rica en lo visual, lo musical y lo textual, sus distintos niveles de enunciación se conjugan con tal puntualidad que es difícil ignorarlos cuando se nos ofrecen en primer plano: una canción a piano, una mirada que tiembla, la célebre historia de un hombre de barrio Centenario con su ventilador de techo.
Si bien todos los escenarios reconocibles aluden a esta ciudad, el estreno oficial se dio en marzo, en el BAFICI, ni más ni menos. Asimismo, este film tuvo dos momentos de génesis. Durante el primero se produjeron algunas imágenes y el segundo no llegó sino hasta que la historia se cristalizó: “con el equipo no podíamos encontrar exactamente qué era lo que había provocado todos esos movimientos. Hasta que dimos con los materiales de archivo y, casi que como una epifanía, apareció esto de que había que integrarlos a la película”, cuenta Milton Secchi, otrora montajista de películas como AB (Fund/Koefoed) o El gran río (Plataneo) y director del corto.
La primera reacción del público una vez que terminó la función, no fueron aplausos, fue silencio. No de disgusto, claro está, sino de conmoción: “Pienso en el cine como una obra de arte y me parece que, como tal, tiene que poder interpelarnos existencialmente. Trabajar sobre Santa Fe es trabajar sobre mi historia, mis ideas, todas las significaciones espaciales e individuales que también contrae”, le dice a Pausa a la salida del estreno, lata en mano, en el hall del Cine América.
El iraní Abbás Kiarostami, Deborah Stratman y los compatriotas Iván Fund y Maximiliano Schonfeld son algunas de las referencias (en todos los casos) y de los colaboradores (los últimos dos) que se escapan de la boca del director, que adelanta una continuidad entre lo hecho y lo por venir: “Ahora estoy filmando un documental que versa sobre la relación entre Santa Fe y el agua, a partir de sus paisajes, artistas e historias. Es fundamental conectarse, creo, con esas ideas que se plantearon, con Birri obviamente pero también con lo que hicieron, por ejemplo, Del Porto y Carreras en El Trompo. Pero va también más allá de lo que pueda surgir como temas recurrentes, esta película yo diría que se suma como un aporte a una ‘tradición’, en el mejor sentido que puede tener. Lo que vale retomar es el arte que está envuelto por su sociedad y por las cosas que le pasan pero que no se resigna a ser una ilustración. Ese anclaje sumado a proponer nuevas formas de contar, que, para cambiar las cosas, es básico: para provocar una transformación, hay que pensar las cosas de otra manera”.