Una encuesta nacional, realizada por la agrupación Inquilinos Agrupados, reveló que en la provincia de Santa Fe los inquilinos gastan el 41,9% de su salario en pagar el alquiler de la propiedad que habitan. El dato que surge de la encuesta no tiene en cuenta los gastos de expensas, con lo cual para la gran mayoría de los inquilinos el porcentaje es en realidad mayor.
A nivel nacional, si se suman expensas, servicios e impuestos, el porcentaje invertido en vivienda alcanzaría aproximadamente entre el 60 y 70 % del sueldo. Con respecto a la encuesta que se hizo el año pasado, hay un incremento de 4 puntos en el consumo del salario de las personas inquilinas.
Los números de otras provincias, marcan que los habitantes de Córdoba son los que más dinero dejan de su salario para alquilar una vivienda (46,7%). Le sigue San Juan (46,2%), provincia de Buenos Aires (45,6%) y la ciudad de Buenos Aires (44,6%).
Las organizaciones de inquilinos agrupadas en la Federación Nacional advirtieron que el proyecto de Ley Nacional de Alquileres, que fue aprobado con unanimidad en el Senado, está corriendo riesgo de perder estado parlamentario si no es tratado antes de finalizar el período legislativo actual por la Cámara de Diputados de la Nación.
Esta ley, de aprobarse, busca principalmente que los aumentos de los alquileres que hoy se rigen por la especulación inmobiliaria, sean de manera anual (y no semestrales como se aplican actualmente) y en un marco objetivo utilizando como variables de ajuste y actualización un promedio entre índices de inflación y salarios.
También pretende ampliar el plazo mínimo del contrato: actualmente es de dos años y se quiere extenderlo a tres. Esta propuesta se fundamenta en cuestiones básicas que se exponen en la web de Inquilinos Agrupados: “Genera mayor estabilidad en la vida de las familias inquilinas. Actualmente, cada dos años, si no nos renuevan el contrato o nos aumentan el precio por encima de los valores que podemos afrontar debemos salir a buscar una nueva vivienda. Vivir de mudanza en mudanza perjudica nuestra integración en el barrio y altera de forma significativa nuestra vida cotidiana, por ejemplo: cambiamos a nuestros hijos de colegio o viajamos más hacia el trabajo”.