Alcanza con la sangría de dólares producida entre enero y agosto de año para que 2018 sea el segundo peor año en lo que refiere a la fuga de capitales. Con los datos de septiembre se romperá la barrera. Mirá toda la historia reciente de la fuga en una sola gráfica.
Corría el año 2008. La disputa por propiedad pública o privada de una parte mínima de la renta agraria exportadora había paralizado el país durante más de cien días de piquetes, muchos de ellos armados. Consignas ruralistas beligerantes, que incluían la disolución del Congreso, marcaron un antes y después. En el lado concreto de la realidad, el de la mercancía, los rentistas seguían exportando y liquidando dólares, para fugarlos al exterior.
Corre el año 2018. El nuevo modelo económico levantó todas y cada una de las barreras para la circulación de capitales. En 2017 comenzó a notarse lo evidente: conviene salir de la bicicleta financiera antes de que se le salga la cadena. A partir de julio comienzan a irse dólares del país a paso redoblado. Mientras tanto el ruralismo, consciente de la situación y gracias a una medida de la propia gestión, no está obligado a liquidar divisas en el país. Entonces, no las liquida, pese a ser uno de los principales sostenes políticos del gobierno. Es el lado concreto de la realidad.
El 2008 todavía es el año con mayor fuga de capitales. La apretada ruralista se hizo sentir. La mecánica se volvería una acción extorsiva en 2011: la formación de activos externos del sector privado no financiero –fuga de capitales– se mantuvo al palo, presionando al gobierno, hasta que en octubre se zanjó el resultado. Con el partido perdido, bajó entonces abruptamente.
Hace 10 años se fugaron 23.098 millones de dólares en doce meses. En 2017 se fugaron 22.143 millones. En 2011, en la extorsión que se cortaría de golpe con las cartas sobre la mesa, se fugaron 21.504 millones. Hasta el 2018, esos eran los tres años con récord de fuga de capitales desde 2003 a la fecha.
Entre enero y agosto de este año ya se fugaron 22.817 millones. Ya es el segundo año con mayor fuga desde 2003. Y no hay manera de que con los resultados de septiembre no se suba a lo más alto del podio vampiro. Tampoco hay manera de sostener una economía que no produce dólares si, al mismo tiempo, hay déficit de comercio exterior, crecientes vencimientos de deuda en dólares y, encima, fuga en esos niveles.
Junto con el crecimiento sideral de la deuda externa, la fuga de capitales y la desindustrialización rampante son quizá los exponentes más claros del modelo colonial vigente. La riqueza se va afuera, el consumo local paga el desarollo externo y la titular del FMI da conferencias de prensa con una arrugada bandera argentina detrás.