Una de las bandas insignia del sello Laptra pasó por Santa fe, arrasando con sus canciones indie y sus letras espirituosas de amores combatientes.
Por Pilmayquen Belgradi
Tuvimos el agrado de compartir un momento, en donde surgió una charla que se fue desarrollando a través de cuestiones como las problemáticas de género y su visibilización en la escena independiente, la autogestión y el modo cooperativo que surge a la hora de poner en marcha un nuevo proyecto y su último trabajo, Fuego Artificial.
Con el correr de los últimos años, Las Ligas Menores, de forma paulatina y decidida, han conquistado un lugar destacado en los espacios alternativos. Sumando miles de escuchas y seguidores a lo largo de todo el país y en las regiones vecinas, no es de extrañar que sea uno de los grupos que convocan un público generacional diverso y, a su vez, sean una figura destacada en la grilla de los festivales que ocurren al costado del mainstream.
“Todo se dio de forma casual. Hubo un factor suerte que nos ayudó desde el principio. Pero, a la par, fue trabajar, ensayar, tocar, hacer discos…” comenta Nina Carrara, tecladista y voz de la agrupación. Esta fluidez de sucesos, acompañada de la cada vez mayor convocatoria a recitales , la sensibilidad artística compartida entre los integrantes y la camaradería de un colectivo artístico como lo es Laptra, hicieron posible la aparición física de las construcciones musicales de estos chicos oriundos de la capital.
Es así como surge Disco suplente (2012), EP que sería un adelanto estilístico de su obra homónima en 2014, al que le seguiría Ni una canción (2016) y su último y más reciente trabajo Fuego artificial.
Este último y novedoso disco, lleva la potencia y la crudeza de las creaciones anteriores a su máxima expresión. Voces pulidas destacadas por su sencillez, guitarras invadidas por la rítmica y el noise, el bajo asediado por un punteo continuo e imperante, sintetizadores lanzando arpegios y una bata comandando la amalgama de sonidos, son algunas de las características que giran en torno a toda esta construcción.
“Todo es muy colectivo. No es que cada uno tiene una tarea definida, sino que vamos probando. Tratamos de que a todos nos guste” asegura Pablo, guitarra y voz del conjunto. Así, la edificación sonora se da desde un lugar colaborativo. “Cualquiera es libre de traer una canción si tiene ganas. Por lo general, cada uno tiene una línea de voz y de guitarra. De ahí se lleva a la sala e, instrumentalmente, entre todos armamos la canción completa”, afirman.
De allí se desprenden letras concretas y sencillas, de metáforas cortas, que cuentan situaciones de la cotidianidad, sin recurrir a cuestiones imaginarias o fantasiosas. A través de esta dinámica de intercambio de roles y opiniones, cada uno va encontrando el propio, pero aportándole un ingrediente único a la musicalidad, como ellos mismos lo expresan.
“Hoy por hoy tenemos una identidad propia. A veces nos choca que nos digan que somos parecidos a otros grupos”. El sello característico de sus melodías y el arte que gira alrededor de su música, los ha convertido en el foco de la escena. Reniegan y no le encuentran el sentido a destacarse sólo por su formación mayoritariamente femenina: “Nunca pensamos que íbamos a llamar la atención porque éramos una
banda de cuatro chicas y un varón. De hecho, desde el principio, le escapamos al rótulo 'banda de chicas'. Entendemos que es llamativo porque se han visibilizado más las bandas de varones que de mujeres”, comentan. Aparejado a esto, reconocen que siempre han sido acompañadas por las bandas amigas y por quienes son parte del circuito under. “Quizá la escena independiente a la cual pertenecemos, siempre fue un
poco más abierta”.
Así, anteponiendo la humildad por sobre el virtuosismo musical y el trayecto ascendente que han logrado poco a poco, este grupo mixto tiene la capacidad de adaptarse a los grandes escenarios de festivales internacionales, como lo fue Coachella en California , y a su vez, tocar en bares pequeños, compartiendo con bandas nuevas del circuito en un ambiente más íntimo y entre pares. Sin hacer distinción. Con perfil
bajo y desenvolviéndose con la frescura que los caracteriza.