Entrevista con la periodista Luciana Peker, autora del libro del momento: Putita golosa.
Desde que salió en mayo, Putita Golosa. Por un feminismo del goce se mantiene entre los primeros puestos de los libros más vendidos en el país. En sus redes sociales, Luciana Peker comparte cientos de imágenes que mujeres de todas partes le mandan leyendo su libro, una gran mayoría de ellas acompañadas de postres, alfajores y dulces varios.
Y es que Putita golosa, en sus 22 capítulos, bucea entre duraznos y pelusas, dulce de leche y chocotorta; entre vistos y chats furtivos; entre perreos, cuerpos diversos y canchas de fútbol; entre golpes, aborto y abusos; entre política, televisión y Tinder. Un amplio espectro de temas, situaciones y deseos, vistos a través de los anteojos violetas y analizados en un libro que bordea el periodismo, la crónica, la poesía y el ensayo.
—¿En qué contexto y ante la necesidad de decir qué nace “Putita Golosa”?
—Nace en un momento de mucho interés por leer sobre feminismo, donde hay un nuevo público, muchas jóvenes que llegan al feminismo, y en un contexto personal de más de 20 años de trabajo en periodismo de género donde, también con otras periodistas que hacemos periodismo feminista desde hace muchos años, hay una necesidad de enhebrar ideas más complejas, de superarnos, de dar vuelta las cosas. Por supuesto no tenemos para nada resuelta la situación de la violencia de género, al contrario, hay una violencia exacerbada, sostenida y creciente, pero por otro lado el feminismo supo pensar mejor y más linealmente la teoría sobre la violencia de género, que tiene que ver con el amor, el desamor, la construcción amorosa y erótica –y más en tiempos de nuevas construcciones amorosas y eróticas– relaciones más fugaces, más líquidas, de menos compromiso. El libro habla de muchas de estas cosas y creo que lo que más le ha llegado a mujeres y jóvenes es que plasma una idea sobre ese desamor.
[quote_box_right]“Se estaba legislando sobre el derecho al goce y los senadores y senadoras votaron una guillotina contra la vida y el deseo de las mujeres”.[/quote_box_right]
—¿Y qué es el “feminismo del goce”?
—El feminismo siempre luchó por el deseo, es el ABC del feminismo, y luchar por derechos es luchar por el deseo: por el deseo de igualdad, por los deseos políticos, por el deseo colectivo, y porque la oposición a la violencia tiene como raíz la lucha por el deseo. También creo que hay un feminismo que es muy latinoamericano, muy argentino, que es muy gozoso, que tiene que ver con el glitter, la brillantina, con el canto, el baile, el perreo, con el fútbol, con los cuerpos activos. En lo personal, en lo político, en lo periodístico, muchas mujeres pagamos alto el precio por ser feministas, yo en lo personal he pagado precios muy altos por oponerme a la violencia, al abuso sexual. Hay algo que planteamos colectivamente, y que también es una necesidad personal, de decir “queremos ser feministas, queremos oponernos a la violación, al abuso y queremos también tener derecho al goce”. Esto está enmarcado en una generación, en una juventud, en un feminismo, que busca la reivindicación de los derechos como una fiesta, en ese sentido me interesa fortalecer la idea del feminismo del goce.
Derecho a gozar
En la madrugada helada del 9 de agosto, cuando el derecho al aborto legal, seguro y gratuito se discutía aún en el Senado, Pino Solanas rompió con el ambiente de naftalina y crucifijos del recinto y le gritó en la cara a Gabriela Michetti: “¡Es el goce señora presidenta!”. Las miles de mujeres que aún quedaban en la calle bajo la lluvia, en los bares y refugios improvisados, lo gritaron como un gol. Lo había dicho con claridad también Dora Barrancos, en las audiencias previas al tratamiento de la ley en la Cámara de Diputados: “Estoy entre quienes defienden el aborto legal para afirmar el derecho al disfrute sexual separándolo absolutamente de la reproducción”. Y lo propio hizo Peker, en esa misma instancia: “Cuando yo era adolescente me dijeron que no tuviera sexo porque me podía morir en un aborto clandestino, yo no le voy a decir eso a mi hija y no voy a parar hasta que ella tenga los mismos derechos que mi hijo varón”.
—Gozar de la sexualidad sin el fantasma del embarazo no deseado, ¿por qué es tan difícil entenderlo como argumento?
—Creo mucho en el derecho a defender la salud pública, de hecho lo grave no es solo que no se haya aprobado la ley para defender la vida de las mujeres, sino que van a morir más mujeres, porque los discursos fueron tan cruentos que hay una sensación de mayor miedo de acudir a la salud pública. El rechazo a la ley es un verdadero retroceso y va a significar una cacería, una carnicería sobre el cuerpo de las mujeres, de la cual la responsabilidad política será de los 38 senadores que votaron en contra y de las dos abstenciones. Es muy difícil de comprender el derecho a decidir y contra eso se votó, hay un rechazo a la ley que va más allá del aborto legal y que tiene que ver también con la muerte. La salud pública y el goce no son argumentos deslindados, sino que justamente sacar a la muerte como posibilidad final del sexo es el verdadero derecho ciudadano al goce. Se estaba legislando sobre el derecho al goce y los senadores y senadoras votaron una guillotina sobre el cuerpo de las mujeres, contra la vida y el deseo de las mujeres. La idea de que una puede morir, quedar infértil y desangrarse en la clandestinidad, es una idea que ensombrece el goce y la vida sexual de las más jóvenes, y las pone en un lugar de desigualdad absoluta, cultural y política, en relación a los varones. Esta sociedad le hace pagar un precio a las mujeres por ese deseo, por eso todo el tiempo se recurrió al argumento de “tienen que cerrar las piernas”.
La revolución de las hijas
Desde su espacio en el suplemento Las 12, de Página/12, Luciana Peker viene desde hace años investigando y analizando, retratando momentos y climas de época. “La CGT toma el té, las mujeres la calle”, “Machowood”, “Las revolución de las hijas”, son algunas de sus líneas que ya son consigna y bandera, que dan cuenta de su mirada aguda y pluma certera.
Ese análisis sobre el rol de las adolescentes y jóvenes en estos tiempos, sobre su llegada al feminismo y el asalto de las calles para reclamar por sus derechos, fue tomado también por varios diputados y diputadas para dar cuenta de su posición a favor del aborto legal: habían sido sus hijas quienes les habían dado los argumentos.
[quote_box_right]“Esto está enmarcado en una generación, en una juventud, en un feminismo, que busca
la reivindicación de los derechos como una fiesta”[/quote_box_right]
—¿Qué parió a estas adolescentes combativas?
—Hay un fenómeno mundial de jóvenes interesadas en el feminismo, desde Emma Watson como ícono adolescente, youtubers como Las Igualadas en Colombia, la enorme participación de jóvenes y adolescentes en España durante el 8M. Pero el nivel de movilización adolescente de la Argentina no tiene parangón ni precedentes en otras partes del mundo. Lo que pasó en estos últimos meses, un movimiento que sea sub 18, por una conquista como el aborto legal, seguro y gratuito, con un símbolo de identificación tan potente y explícito como el pañuelo verde, excedió la demanda por el aborto y tenía que ver con complicidad, con autonomía, con libertad, con la lucha contra la violencia, con plantarse, con pedir más derechos, es un fenómeno inédito. Y ahí sí creo que se cortó la representación política, porque de esas jóvenes algunas aún no llegan a votar, y las que sí no podrían ser diputadas hasta los 25 años, esto parece un dato menor pero son siete años después, casi una década después de lo que están viviendo. El promedio de edad de los diputados es 49 años y sube una década en senadores. Entonces, si pensamos en cualquiera de las chicas que hoy tiene 18, tendrían que vivir tres veces su vida para llegar a ser senadoras. Creo que la clase política mandó a un paredón a las jóvenes y lo que hizo no fue sólo no aprobar el aborto, sino desalentar su participación política y callejera. “Nos están mandando a morir a su guerra y sin pedirnos permiso” dijo Ofelia Fernández, y yo creo que es así, una guerra donde las jóvenes no tienen hoy acceso a la representación política clásica, como para dar vuelta una votación como la del Senado, justamente durante un proceso de sus vidas donde no solo corren más peligros sino que tienen este fantasma que impide su derecho ciudadano al goce. Hay un fenómeno inédito que no es casual; si bien falta mucho para el cumplimiento de la educación sexual integral, la llegada de esa norma a los colegios es la que genera una enorme conciencia; la palabra “sexualidad” está dentro de los colegios aún cuando falta mucho al respecto, pero una cosa es lo que falta y otra ver los logros: un movimiento feminista potente, el Ni Una Menos, la Campaña por por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, un periodismo muy fuerte, las actrices dándole masividad, las comediantes; no es casual, es inédito y por eso tenemos que defender a estas jóvenes.
La visita
Luciana Peker estará en la Feria del Libro de la ciudad el próximo viernes 14 de septiembre, a las 21 horas, presentando Putita Golosa. Por un feminismo del goce.