En su paso por Santa Fe, que estuvo sobre todo dedicado a la reflexión sobre el uso del lenguaje inclusivo, la socióloga Sol Minoldo también se refirió a otra de sus áreas de conocimiento: la seguridad social y la vejez.
La socióloga Sol Minoldo, como investigadora del Conicet, se viene dedicando al estudio del sistema jubilatorio en la Argentina, el envejecimiento y los derechos de las personas mayores.
—¿Hay diferencias de género en el mundo de los jubilados y las jubiladas?
—Sí, fuertemente. Ocurre que la división sexual de trabajo implica que las labores asociadas a lo femenino hayan sido tradicionalmente labores no remuneradas, como las tareas de crianza (niñeras), limpieza (empleadas domésticas) o el cuidado (enfermería). Cuando esas tareas empezaron a ser remuneradas, se insertaron al mercado en condiciones precarias. Esta precarización implicó informalidad laboral y bajos salarios, justamente los dos factores que son claves para determinar el acceso a la jubilación y el monto de tu jubilación. Entonces, en los sistemas previsionales, el acceso es mucho más bajo en proporción para las mujeres y, además, entre quienes acceden, los montos de las jubilaciones son muchos más bajos –en términos medios– en las mujeres. Solamente los mecanismos de inclusión, como las jubilaciones que se conocieron como “amas de casas” de moratoria previsional o la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM), han reducido estas brechas de acceso. Pero también mantienen las desigualdades en la calidad de protección, esto es la capacidad de ingreso para satisfacer las necesidades. Más allá de cuánto ganaba en el pasado, lo cierto es que si hoy gano 5000 pesos tengo menor calidad de protección que los demás. Al final de cuentas, los trabajos que fueron menos remunerados durante la vida activa reproducen esa falta de valoración al momento de la protección. Las brechas de género en nuestro sistema de seguridad social son muy marcadas.
—¿Eso cambió con la reforma de la movilidad jubilatoria que impulsó el gobierno nacional a fines de 2017?
—Esa reforma afectó las brechas no sólo de género sino también socio-económicas. El mismo problema de las mujeres que ganan menos y tienen menor calidad y acceso a la protección, les pasa a quienes acceden al trabajo de manera precaria o estuvieron muchos años en la informalidad o el desempleo. Por lo que esta reforma, que ha acentuado la desigualdad entre quienes contribuyeron al sistema y quienes no, lo que ha hecho es deteriorar especialmente la calidad de la protección de quienes fueron más vulnerables durante su vida laboral. Por ejemplo, les mujeres y varones que accedieron por vía moratoria o que perciben la Pensión Universal del Adulto Mayor (PUAM), están cobrando el haber mínimo y encima van a tener menor aumento de su jubilación que quienes accedieron con todas las cotizaciones. Porque la garantía del 82% del salario mínimo para la jubilación mínima es sólo para quienes aportaron todos los años que había que aportar.
—Se acentuaron entonces las diferencias…
—En realidad lo que pasó es que todes les jubilades perdieron ingresos. Porque si bien la fórmula en sí misma no es necesariamente más perjudicial que la anterior, lo que ocurrió fue que en marzo, al momento de la implementación, no se respetó el punto de empalme entre una y otra fórmula. Eso generó que perciban menores aumentos. Fue un punto de partida desventajoso. Encima en esa pérdida había una especie de amortiguación para algunes con un bono y la garantía del 80% de la mínima, pero eso no beneficia a los sectores más vulnerables de les jubilades, que cobran la mínima y accedieron por moratoria. Entonces lo que pasó con esta reforma es que reforzó la segmentación de la calidad de la protección.
—¿Hay alguna posibilidad real de que pueda suceder lo que planteó el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, cuando dijo que la gente le pide que elimine las jubilaciones que otorgó el kirchnerismo?
—A las personas que ya están jubiladas no les pueden quitar la jubilación porque es un derecho adquirido. La única forma de deteriorar su calidad de protección es como lo hicieron: cambiar el cálculo de movilidad en un contexto inflacionario. En este momento, la forma de acceder sin una historia contributiva completa es la Pensión Universal del Adulto Mayor (PUAM). Esa pensión fue aprobada por ley en 2016, diciendo que era provisoria por tres años. Dicha ley plantea que hay que hacer una reforma estructural del sistema previsional en 2019. Quizás en ese momento puedan interrumpir la continuidad de la PUAM.
—¿O sea que en 2019 se volverá a discutir el sistema jubilatorio?
—De hecho el equipo que está a cargo de plantear la reforma lo lidera [el secretario de Trabajo y Empleo] Jorge Triaca. No es para estar tranquilos. De todos modos, diría que veo prácticamente imposible que el gobierno tenga capacidad política para encarar una reforma impopular. Ya vimos que la reforma de la movilidad tuvo gran resistencia social. En este momento el gobierno tiene muchos flancos abiertos y el 2019 es un año electoral.
Entrevista: Ramiro Bisa y Gonzalo Andrés