Se puede dejar de comprar un jean o de comer asado el domingo, pero no se puede dejar de comprar harina, cebolla, huevos, fideos, aceite o pan. Esos son los alimentos que más aumentaron el último año, por encima del 70%.
El proceso inflacionario está comiendo los bolsillos de todo el mundo, menos de aquellos que pueden juguetear con las tasas de interés, cobrar en dólares o formar precios, como una empresa energética. Es decir, está comiendo el bolsillo de todo el mundo, menos unas dos mil o tres mil familias. No es que la inflación sea mala en sí, lo malo es que los salarios no la acompañan. Lo malo es la caída del poder adquisitivo y, con ello, del consumo y, con ello, del crecimiento en general de la economía: la mayor parte de lo que producimos en Argentina es para nuestro propio mercado interno.
Pero dentro de los que estamos sufriendo la malaria hay quienes la están pasando mucho peor: aquellos que tienen menores ingresos. Cuando el bolsillo se ajusta mucho se produce un fenómeno obvio, que consiste en dejar de consumir lo superfluo, luego lo evitable, luego lo necesario pero no tanto para, finalmente, restringirse a lo estrictamente imprescindible.
¿Es necesario ir al cine? Por supuesto, la cultura es un antídoto contra la violencia social. Sin embargo, entre ir al cine y cambiarle las zapatillas roñosas al pibe, es más importante cambiar las zapatillas. ¿Es necesario comprar las zapatillas? Si no hay otro par, es imprescindible. Pero nunca puede superar la necesidad de comprar pan. Esas son las dicotomías de la malaria profunda y por esa razón un pibe termina yendo con las zapatillas reventadas a la escuela: porque primero hay que pagar los servicios, el transporte y la comida.
El Indec publica muy pocos precios de la canasta que utiliza para elaborar su índice de precios al consumidor, lo que llamamos la inflación. Se suponía que el organismo iba a profundizar en la transparencia pero nunca dio a conocer esos datos fundamentales. En la lista publicada, hay algunos precios bastante polémicos. El Indec dice que en septiembre el precio promedio del kilo de asado fue de $166, que la docena de huevos salía $59, que se podía conseguir un litro de leche a $28 o que el vino estaba a $46 el litro.
Aun bajo la lógica de esta farsa, el Indec muestra que los aumentos más exacerbados se dieron en los alimentos más básicos. Aquellos que no pueden faltar en ninguna casa, los que llenan la panza y sacan el hambre. En un año, la inflación ya llega al 40,4%, mientras que desde diciembre la marca es de 32,4%. Copiamos aquí un listado de los alimentos más imprescindibles que tuvieron alzas por encima del promedio anual de 40,4%, para que se vea claramente cómo la inflación pega muchísimo más duro en los más pobres.
Internanual | Desde diciembre | |
Harina | 152,53% | 144,06% |
Cebolla | 78,60% | 45,27% |
Huevos | 77,48% | 76,22% |
Fideos guiseros | 74,62% | 68,84% |
Aceite de girasol | 70,31% | 65,92% |
Pan Francés | 69,35% | 65,84% |
Yerba | 56,43% | 47,93% |
Arroz | 55,37% | 51,09% |
Pollo entero | 54,81% | 50,67% |
Lavandina | 51,32% | 45,48% |
Cerveza | 46,22% | 34,22% |
Filet de merluza | 44,83% | 44,41% |
Sal | 44,32% | 36,90% |
Café | 43,85% | 34,98% |
Jabón de tocador | 43,07% | 38,49% |
Salchicha de viena | 42,28% | 36,56% |
Pañales | 41,06% | 38,02% |
Champú | 40,82% | 35,14% |
Sólo en septiembre, los fideos guiseros subieron un 20,08%, el aceite de girasol un 17,56%, el pan francés un 16,73%, el arroz 16,34%, el pollo un 15,76%. Pañales, jabón en polvo, jabón de tocador, lavandina, salchichas, harina y huevos subieron entre un 15% y un 11% el mes pasado.