Por Juanjo Conti
Cada vez que hago un asado y quemo diarios de hace más de veinte años, siento algo de culpa. La colección no es originalmente mía; la heredé con la casa, pero no puedo evitar pensar que el archivista guardó esos ejemplares con un fin más sesudo. También leí, en una novela de ciencia ficción, sobre una raza extraterrestre para quienes todos nuestros artículos de papel eran lo mismo: dinero, periódicos o servilletas sucias. No los distinguían. Pensar en esa raza y su inminente conquista me saca un poco la culpa.
En la clase séptima de Las tres vanguardias, a propósito de Poe y de la conferencia de Borges sobre el cuento policial, Piglia recuerda que Dupin (el detective de Los crímenes de calle Morgue) resuelve el primer caso luego de leer de manera magistral la noticia de un crimen en un periódico. “El detective, antes que nada, es un extraordinario lector de periódicos que sabe leerlos con la aguda mirada de un sofisticado lector de literatura”. El mecanismo de utilizar recortes periodísticos para resolver un caso se pone en acción y queda al alcance de los futuros escritores.
Un poco antes, en el mismo capítulo, Piglia define, parafraseando a Borges, que un género es una expectativa de lectura. Ahí está el famoso ejemplo de que hasta el Quijote puede leerse en clave policial. Con esto en mente, busco un ejemplo lejano a un cuento o novela policial e intento aplicar la regla: una película de ciencia ficción.
El objetivo es buscar una película de este género y mirarla como si fuera un policial. Paso mentalmente algunos títulos más por simulacro de rigor académico que por indecisión, porque ya sé que voy a elegir mi película favorita.
En Volver al futuro 2, luego de viajar al futuro, Marty McFly y el Dr. Brown, vuelven a su presente para destruir la máquina del tiempo, pero descubren que el mundo que recordaban ha cambiado: en el mundo actual, Biff Tannen es multimillonario y el padre de Marty está muerto. ¿Qué ha pasado? ¿Ha habido un crimen? ¿Quién es el culpable? Ya estamos dentro del policial. Para intentar comprender la realidad paralela en la que viven, el Dr. Brown entra a la biblioteca pública y roba periódicos viejos que les sirven a los protagonistas para descubrir la verdad.
Nuevamente, periódicos archivados llegan desde el pasado para salvar el día. Tengo un ejemplo más que incorpora una vuelta de tuerca.
En El buscador de finales, una novela para adolescentes de Pablo De Santis publicada inmediatamente después de El enigma de París, el protagonista, para resolver el misterio, en lugar de leer recortes amarillentos, lee sus reversos: noticias sin importancia en su tiempo que sobrevivieron, mutiladas, al dorso de las que se consideraban importantes. Descubre que, debido a un paro de carteros, un paquete que se creía el causante de la muerte de una estrella de radioteatro, no llegó a tiempo.
¿Qué otra vuelta de tuerca se le puede dar hoy a este recurso cuando casi nadie compra el periódico en papel y el que lo compra, a la semana lo usa para hacer un asado? Ya que paso más tiempo en internet que en mi cama, me voy para ese lado.
La web, este repositorio vasto e infinito, podría ser el escenario de una trama policial en el que un hacker/policía/investigador escriba contrarreloj un programa para procesar grandes volúmenes de noticias en busca de un patrón de datos, de una pista que le permita resolver el misterio.
Otra. Los extraterrestres de la novela de ciencia ficción leen nuestros cerebros como si de periódicos se tratara. Al terminar de leer las noticias, hacen un bollo con nuestras cabezas, como nosotros hacemos con el papel. Si un recuerdo les llama particularmente la atención, nos sacan el cerebro y lo pegan en un álbum diseñado para tal fin.
Concluyo. Tanto en Los crímenes de la calle Morgue, como en Volver al futuro 2 o en El buscador de finales, los protagonistas se valen de recortes periodísticos para resolver sus misterios. Piezas de información congeladas en un punto del pasado que viajan al presente cuando alguien las lee. En las historias inventadas, la del hacker o la de los extraterrestres, si bien no hay “recortes periodísticos”, otros soportes cumplen su papel. El método de iniciar o destrabar una investigación mediante la lectura de noticias es un recurso del policial que tiene su origen en el nacimiento mismo del género y que va a poder seguir utilizándose independientemente de los avatares de los medios o la tecnología.