—Mi dio, como están los precios… ni el Día de la Madre levantó las ventas.
—En primer lugar, lo de inflación es temporario. Ya cerramos con el Fondo, es solo cuestión de esperar un par de meses, hasta que el dólar baje. Todo es cuestión de entender la relatividad del tiempo, pensar en etapas meteorológicas y no claudicar ante los agoreros de la derrota. Esos apóstoles del fracaso que solo pueden estar contentos ante las penurias, esos que quieren que suframos, como el Dady Brieva. Están ahí solo para remarcar lo que no va bien, están a la espera de las diez plagas de Egipto, pensando que las aguas se convierten en sangre, viendo las ranas de la macro, los piojos de la coyuntura, las moscas de las carnicerías y esperan la terrible peste sobre el ganado, solo buscan que nos salgan las úlceras por enojo… mirando al cielo en espera de la lluvia de granizo y fuego.
—Sí, pero las ventas cayeron igual… la inflación de septiembre en Santa Fe fue del 6,3%. Las personas no tienen un mango y ni con Halloween van a levantar este muerto. No sé, dése cuenta. ¿Usted no pasa por un super y pispea que donde hay con cartelito de Precios Cuidado no quedan ni las sombras de los productos? ¿No vió el gesto de quien llega al mostrador y, ante el precio, pega la vuelta, con cara de Dujovne ante Lagarde?
—No, no señor… a otro chancho con ese ¡chiquero! Pobres hubo siempre, y están en las Sagradas Escrituras así que imagínese el tiempo que llevan en la Tierra. Quien no compra hoy, comprará mañana y si no puede es porque antes tampoco pudo. A joderse, si con el Ahora 12 podía pagar en cuotas, el Estado no puede subsidiar todo. Todo quieren. Quieren agua, gas y 4G. Basta, de la crisis se sale trabajando y ganando menos. Trabajando, señor. Como dice en el Génesis: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás”. Con mis hijos no se metan.
—Ah, bien. Entonces no sólo que está leyendo la Biblia, sino que cada día se pone un poquito más oligarca.
—Yo no soy oligarca; gorila puede ser. Pero no me llame oligarca. Amo este país, hasta canto el himno y no tarareando o como en el Mundial. Lo canto como se debe: de pie y con la mirada al cielo y los pies firmes en la tierra de las oportunidades. Con orgullo nacional, desde Ushuaia a La Quiaca. Desde el Acuífero Guaraní a los Andes. ¡Vamos Vaca Muerta!
—Puede ser, pero está todo vendido ya. Hay bases militares en Tierra del Fuego; tenga en cuenta que los límites provinciales se extienden hasta la Antártida, es la mayor reserva de agua dulce congelada del mundo… Ah, y el acuífero es de Nestlé y Coca-Cola. Y Vaca Muerta no puede ser sinónimo de esperanza con ese nombre.
—Bueno, pero las bases militares las paga el Pentágono, así que a nosotros no nos cuesta nada.
—¿No le parece que la grieta tiene un límite? ¿No le parece que anda con la autocrítica devaluada?
—En ese punto acordamos. Soy partidario de una grieta flotante, pero con bandas. Es como dice usted, como dice Bonadío: a este país le faltan arrepentidos.