Una vez lo vi en una estación de servicio, bajó de una 4 x 4, no sé qué compró; lo imaginaba más alto, tenía más pinta de rocker que de futbolista. Hablo del Chino Garcé, destacado jugador cuyo verdadero nombre, según Wikipedia, es Ariel Hernán Garz. El cambio de apellido es un misterio más. Los hechos que quiero recordar son bien conocidos, pero creo que, enunciados en serie, permiten advertir cierta propensión de Garcé a lo fantástico.
El 18 de marzo de 2012 Garcé hizo un gol porque no era gol, durante unos segundos en los que la realidad y la ficción se atravesaron de un modo infrecuente. Colón perdía uno a cero contra San Lorenzo en el Nuevo Gasómetro y no lograba reaccionar, algunas piedras empezaban a caer al campo de juego. Repaso la jugada: a los 22 minutos del segundo tiempo Colón intentaba un ataque pero antes de que un volante pateara el centro, el juez de línea marcó posición adelantada. Todos se detuvieron y comenzaron a reposicionarse, todos menos el hermano del Pipita Higuaín, que pateó el centro igual. Garcé la bajó con calidad para alcanzársela al arquero. No sé si el arquero se desentendió del asunto o quiso ningunearlo, lo cierto es que caminó lento y displicente a buscar la pelota que cruzaba, mansa, la línea. Luego, para la confusión de todo el mundo, el árbitro Abal (sí, así se llamaba) sonó su silbato y cobró gol. Garcé hizo un gol sin querer y se dio cuenta poco tiempo después, hizo un gol que no vio, o sí, pero lo vio cuando no era gol sino saque de arco. De cualquier forma, una vez anoticiado, lo gritó como corresponde y Colón rescató un empate que parecía imposible como ese grito.
Aquel gol, aunque curioso, no sería mucho más si no se atiende a otros sucesos. En 2006 Garcé dio dopping positivo de marihuana, en 2011 relacionó una serie de fracasos deportivos con la presencia de una estatua de la Virgen en el Brigadier López, lo que siguió es conocido y lo será por generaciones: Virgen desaparecida, rota, escándalo religioso, judicial y futbolístico.
Pobre Borges, en el 2010 un sueño hizo cambiar a último momento una convocatoria para el Mundial. El Chino Garcé, un grande desde donde se lo mire, fue también protagonista de ese sueño y viajó con la Selección Argentina a Sudáfrica. El sueño fue del Diego, por si fuera poco.