Esquizodiálogos de fin de año

—Termina el 2018 y creo que es momento de hacer un balance, ¿no le parece?

—Bueno. ¿Alguna otra idea fantástica?

—Lo veo un poco depre, ¿qué anda pasando?… No me diga que no está contento con el cambio. ¡Vamos hombre, alegría!

—¿Me vio cara de payaso? ¿Está pensando en hacer un casting para el Cirque du Soleil?

—Ser payaso no tiene nada de malo, al contrario. Es un hermoso oficio. Y si hace las cosas bien puede terminar gobernando una provincia, quizás una nación o algún otro cargo más importante.

—No confunda a los payasos con los bufones y no me joda que la nariz no se mancha.

—Lo complejo no tienen que ser tan complicado y lo sencillo no es tan simple.

—¿Te comiste un Narosky?

—El sujeto es feliz, intente ser feliz. Pruebe por un ratito…

—Usted siga mirando a María Laura Santillán y a esos neurolingüistas… va a terminar de túnica y saludando al sol.

—Esa es su infelicidad, estar sometido a la suerte; en otras palabras, no tener la seguridad de nada y sobre todo estar sometido a la suerte.

—Ah bueno, en breve termina como ministro de Medio Ambiente.

—Yo puedo ser poco original, pero usted está bastante oscurito… y no lo digo por la piel. Usted es un pesimista.

—No, no soy pesimista. Soy realista.

—Toda crisis es una oportunidad, lo que sucede conviene…

—Sí, claro. Ahora suma 2+0+1+6

—6 mas 1, me da 7, más 2… Ay, me siento Adrián Paenza. El resultado es 9.

—Bien. Piense en un color.

—Amarillo.

—Bueno. Ahora piense en un país.

—Argentina.

—Por último, piense en modelo económico.

—Irme de vacaciones a Brasil, comprar dólares y que volvamos a ser EL país de América Latina. Todo esto sin odio, sin conflicto y en lo posible sin negros, pero no de piel sino de alma.

—No hay elefantes fucsias en Dinamarca...