Reflejo de la crisis de gestión, el Banco Central tuvo tres presidentes en 2018: Federico Sturzenegger, Luis Caputo y Guido Sandleris.
En 2018 el gobierno logró devaluar la moneda más que en los 12 años del gobierno anterior, triplicar la tasa de interés que le habían dejado, vender más de 34 mil millones de dólares de reservas y terminar de destartalar toda la economía real. También cambió tres veces al presidente del Banco Central. No hay mejor forma de ganar la confianza del capital internacional. Los últimos antecedentes: la crisis de 2002 y las hiperinflaciones de 1990 y 1989 (cuando hubo cuatro presidentes). Esa es la dimensión del fracaso de las gestiones de Federico Sturzenegger, Luis Caputo y Guido Sandleris.
El primero creyó que podía contener la suba del dólar por medio de las tasas en pesos de las Lebacs. Creó una bomba que le estalló en la cara apenas se notó que no tenía dólares frescos para responder a los timberos. Allí saltó el fusible, la tasa de interés y, también, el valor del dólar. Entonces entró Luis Caputo. Mientras tanto, el FMI comenzó a desembolsar sus verdes, que se escurren como arena. Caputo logró romper el canon de la teoría económica, no por tomar medidas audaces: con él cayeron las reservas, se disparó la tasa de interés (otra vez) y se fue el dólar arriba de los 40 pesos. Esas tres cosas juntas no deberían suceder jamás. Caputo lo hizo. Finalmente, Sandleris pasó de la bicicleta Lebac a la motoneta Leliq y puso como referencia tasas del 70%. Y la crisis terminó de pasar como tromba a la economía real.