Me importa poco la muerte del ex canciller Héctor Timerman. Esto no es un obituario ni una despedida. Es otro tipo de recordatorio. No tenemos que olvidar que estamos rodeados/as de personas que celebran la muerte y el dolor ajeno. Que ganan mucho dinero haciéndolo. Que son personas que, además, gozan del privilegio de poseer acceso a un público masivo que, muchas veces, repite sin analizar o percibir siquiera la gravedad de lo que repite.
No tenemos que olvidar que estamos rodeados/as de Leucos, Feinamannes, Andahazis (lamento que El Anatomista lo haya escrito él, lo lamento profundamente) que hemos escuchado o leído decir que Timerman lo tenía merecido por haberse afanado todo. Por ser un chorro. ¿Qué tenía merecido? Que ante un cáncer terminal no pueda ir a hacerse atender con especialistas, como lo desearíamos de cualquier ser querido, al punto tal que moveríamos cielo y tierra para que el Estado o la obra social se hagan cargo del tratamiento. Cualquiera menos nosotros/as porque no podemos hacerlo.
Esos miserables replicadores de otros/as miserables, ante esto responderían ingenuamente: "A nosotros nunca nos pasaría una cosa así porque nosotros no le robamos nada a nadie". Pobres criaturitas del señor Magnetto. En primer lugar, a Timerman no lo acusan ni condenan por corrupto, sino que estaba procesado en la causa por el Memorándum firmado con Irán para investigar el atentado a la AMIA. Pero obviemos ese punto y pensemos: ¿en serio creerán que si caen tipos con el poder de Timerman, con una causa cuasi-inventada y sin evidencias no van a caer ellos/as aunque no hayan hecho nada? ¿En serio se creerán con el poder suficiente como para no ser víctimas de un sistema político y judicial que ellos/as mismos/as afirman es absolutamente corrupto e incorregible? ¿En serio creerán que con "no haber robado nunca nada" alcanza para que los/as que ellos/as llaman corruptos no los acusen de nada si así lo necesitaran? ¿En serio que se creen parte de esa misma elite de intocables que ganan mucho dinero y acumulan poder y cenan con los propios jueces? ¿A cuántos jueces conocerán? ¿De cuántos políticos serán amigos/as? ¿Dónde tendrán sus cuentas offshore? ¿Con cuántos testaferros contarán? ¿Con los mismos que contaba Timerman? Y, verán, ni así alcanza.
¿En serio que serán tan miserables?