La menor debió esperar cuatro meses hasta que pudo acceder al procedimiento, durante el que la asistió un equipo de profesionales.
El aborto fue solicitado por la propia chica, perteneciente a la comunidad originaria de los chorotes, residente de la localidad salteña de Tartagal. Después de cuatro meses esperando los permisos legales, la nena (de 13 años), finalmente accedió a su derecho, con plena noción de lo que pasó: “Ella está absolutamente consciente del abuso que sufrió y tuvo desde el principio la decisión firme de interrumpir su embarazo, aunque por razones varias el tema se dilató por cuatro meses. Fue asistida y contenida por psicólogos, médicos y asistentes sociales”, dijeron desde el hospital donde se practicó el aborto.
El violador, en tanto, está detenido bajo el cargo de “abuso agravado por posición dominante”.
Respecto al protocolo adoptado, dijeron a El Tribuno desde el equipo de profesionales de la salud que “se aplica con la mayor discreción posible en el marco de la protección de la niña y con la finalidad de no revictimizarla”.