El 2018 fue uno de los peores años para los índices sociales: la desocupación, la pobreza y la indigencia crecieron considerablemente.
Desde que el gobierno de Mauricio Macri estableció que el modelo de país se enfocaría en ser un “supermercado del mundo”, la industria nacional no para achicarse, lo cual implicó un creciente desempleo. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) correspondiente al segundo trimestre del año, la tasa de actividad es del 46,7% y la tasa de desocupación alcanza el 9% de la población económicamente activa. Son los peores números desde 2009, cuando en tercer trimestre la desocupación alcanzó el 9,1%.
Según su Encuesta Permanente de Hogares sobre una población activa total de 27,8 millones de personas, se registró un incremento interanual de unas 110 mil personas desocupadas.
Asimismo, el escaso aumento de los salarios y jubilaciones no pude hacer frente a la escalada inflacionaria, el aumento estrepitoso del dólar y la suba de tarifas de servicios públicos.
Esto generó que una parte de la clase media caiga bajo la línea de pobreza. De acuerdo con la Universidad Católica Argentina, al tercer trimestre de 2018 hay un 33,6% de personas pobres y un 6,1% de indigentes. Esto significa que alrededor de 13,2 millones de personas viven en la pobreza: 2,2 millones más respecto del año anterior.
El dato más preocupante es que la cantidad de niños y niñas de hasta 17 años pobres pasó del 44% al 51% en el último año. Esto significa que hoy hay 6.300.000 chicos en situación de extrema vulnerabilidad. Incluso la mitad de ellos tienen “severas” privaciones de derechos fundamentales, como vivir al lado de un basural, en una zona inundable o padecer problemas de acceso al agua potable.
El gobierno está lejos de su promesa de alcanzar la pobreza cero.