Pierden rentabilidad al no poder trasladar la inflación mayorista, que fue récord en 2018, por la caída de las ventas. La dolarización de los insumos de las cadenas de valor y oligopolios que fijan precios, entre las causas.
Por Marcos De Carlo (*)
“Bajar la inflación va a ser lo más fácil en mi gobierno”, había dicho Mauricio Macri en plena campaña presidencial. Tres años después de haber arribado a la Casa Rosada, Cambiemos no sólo que no logró domar el aumento del costo de vida sino que llegó en 2018 a niveles récord: 47,6%, el más alto en 27 años. Pero hay otro dato que ayuda a completar este panorama: la inflación mayorista durante el año pasado fue de 73,5%.
Ese índice, refleja varias aristas. Por un lado acompañó la devaluación del peso frente al dólar, lo que señala que gran parte de los insumos de las cadenas de valor son importados y muy sensibles a los saltos cambiarios; al ser mayor que el IPC, la inflación mayorista da indicios de que aún hay un porcentaje de costos que deben ser trasladados a precios; pero como la inflación erosionó el poder de compra de los salarios, ese traslado no puede ser directo porque los consumidores ya no pueden seguir comprando los productos.
Este combo fatal se está reflejando en el masivo cierre de pequeños y medianos comercios que no pueden sostener este ritmo y van perdiendo rentabilidad hasta que ya no pueden sostener la situación: si aumentan no venden, si no aumentan se funden. Sumado a que las altas tasas de interés anulan la vía de un financiamiento que los ayude a sortear esta coyuntura.
Dolarización y oligopolios
El economista de la Fundación Pueblos del Sur Esteban Guida explicó que “la evolución de los precios tuvo un correlato muy importante con la devaluación y, al tener gran parte las cadenas de valor insumos importados, eso tiene un impacto a nivel mayorista”.
En ese sentido, advirtió que “el correlato después o la bajada al consumo dependen en gran medida de la respuesta de la demanda. Este es un poco el fenómeno del control de la inflación vía la recesión o vía la contracción monetaria. Si el sector del consumo no tracciona la demanda, no compra lo suficiente o se deprime, al tercer eslabón de la cadena que es la comercialización, se le va acotando el margen del aumento de costos a los precios”.
“A esto hay que agregarle otro elemento: que en general los precios mayoristas están dominados por sectores oligopólicos y extranjerizados. Hay grandes conglomerados oligopólicos que tiene capacidad de fijar precios. Por ejemplo, cemento, acero, aluminio, vidrio, transporte, energía, productos de tocador y alimenticios, que concentran gran parte de la provisión. Ese 70 y pico por ciento (de inflación mayorista) está más relacionado con la evolución del dólar que con la evolución de los precios en general”, agregó.
“Entonces hay un indicio que son sectores con capacidad de llevar sus precios a la evolución del dólar a diferencia del tercer eslabón de la cadena del comercio que se maneja con la demanda: si aumentás mucho tus precios, nadie te compra, tarde o temprano los tenés que bajar”, expresó Guida.
Consultado, entonces, sobre si restaba trasladar a precios esa diferencia de alrededor de 25% entre la inflación mayorista y la minorista, respondió: “Esa es la incógnita, porque los comercios lo pueden trasladar en la medida en que la demanda lo convalida. Por eso hay tantos comercios cerrando, debido a que no han podido trasladar a precios sus costos, que aumentaron y nadie les compró o con los precios que la gente le compra no alcanzan a cubrir sus gastos. Por eso estamos viendo un impacto inicial en comercios, locales que cierran, porque esos mayores costos que están en la energía, en los insumos, en el dólar de bienes importados, no se están pudiendo trasladar al consumidor porque la gente no los compra”.
Todo esto en un contexto donde “el gobierno está siguiendo una política recesiva. Está muy decidido en mantener la economía planchada porque es la única manera que tiene, por un lado, de cerrar el déficit externo, y por el otro de mantener la inflación baja, que son las dos cosas que está priorizando”.
“Combo nefasto”
Por su parte, el director del Cepa, Hernán Letcher, indicó que las mediciones mayoristas y minoristas no son muy comparables pero un alto número del índice mayorista podría hacer esperar al mes siguiente un resultado minorista en la misma línea para el próximo mes, aunque no de manera directa.
“Si la mayorista aumentó más que la minorista, se podría inferir que hay una reducción de la rentabilidad de determinados sectores”, agregó.
“Toda la política del gobierno vinculada a los precios fue equivocada. No veo ninguna vocación de que efectivamente trabajaran sobre la regulación de precios. Sumado a eso, quizá lo más importante, es que además se encargaron de atar los principales precios de la economía al dólar. Con lo cual iba a pasar eso, desregulaste todo y eso implica haber atado los principales precios de la economía al dólar: me refiero a la nafta, los hidrocarburos en general, la harina, el trigo con la quita de los ROE y retenciones. Y si además aumentan los precios regulados, como los servicios, bueno, es un combo nefasto”, evaluó Letcher.
Si bien el economista cree que ya se ha trasladado a precios la resultante de la devaluación, eso no significa que no vayan a seguir aumentando los precios. Y en ese sentido, advirtió por sectores monopólicos y oligopólicos que, en los últimos días, con el dólar planchado o apenas retrocediendo, siguen aumentando: “En estos primeros días de enero tenés aumento de precio de los alimentos con un dólar depreciado y no hay una explicación. Sencillamente están mejorando sus márgenes de rentabilidad. De hecho, Coca Cola es uno de los que aumentó y el segmento de los panificados, el pan lactal”.
“Ventas por debajo del costo”
El vicepresidente segundo de Came, Ricardo Diab, relató también la difícil situación que están atravesando los comerciantes ante este panorama y advirtió que hasta se ven obligados a vender por debajo de los costos para poder hacerse de efectivo.
El también titular de la Asociación Empresaria de Rosario indicó: “Los precios los termina aceptando el consumidor. Cuando al consumidor no compra, cada quien conforme a la estructura empresarial que tenga y sus posibilidades, tiende al precio que su público acepta”.
En ese esquema, de que si se aumentan demasiado los precios, se retraen las ventas, es donde Diab indica que se comienza a perder rentabilidad: “En muchos casos se resignó ganancias, disminuyó o es muy escasa. Y en otros casos se tuvo que vender por debajo del costo para poder conseguir efectivo, no solamente por la falta de ventas sino porque financiarse en virtud de las altas tasas que cobra el sistema financiero tradicional es prohibitivo”.
“Al no haber demanda, no podés trasladar como era habitual: el mayorista te pasa el precio, vos le ponés tu ganancia y seguís adelante. Viendo que el público ya no te está comprando porque no tiene posibilidades económicas, vas resignando la ganancia. Si ganabas el 30%, ganás el 15, el 5, vas probando”, agregó.
“¿Por qué hay tantos comercios que cierran? Por esa circunstancia: no tienen capacidad financiera para soportar tanta cantidad de meses de venta negativa. El mayorista tiene más espalda para aguantar y los pequeños comerciantes no, que son los que efectivamente salen del ruedo”, expresó Diab.
Además, advirtió por la dolarización y la concentración del mercado: “Nuestro sistema económico es muy sensible Hoy está en 40 (pesos cada dólar) y algunos ya están pensando a cuánto irá a saltar. Después hay marcas que tienen el 80% del mercado o el 50% de los productos que hay dentro de un supermercado con sus diferentes marcas. Son formadores de precios. El comerciante no es formador de precios, recibe y traslada, con lo cual es un rehén de la circunstancia. Y cuanto más pequeño es, peor todavía porque no tiene muchas posibilidades de negociación”.
Por último, Diab esbozó una crítica sobre la actuación del gobierno nacional para domar los precios: “Fueron muy optimistas en la observación, evidentemente cometieron muchos errores, independientemente de la discusión de la herencia o la no herencia. Apostar al sistema financiero más que al sistema de consumo, es un grave error”.
(*) Fuente: El Ciudadano