Por su peso electoral es insignificante, por su dinámica política reciente llama la atención. En La Pampa se combinó el presente de Cambiemos y del PJ, que no son los mismos de 2015 y 2017. El escenario actual se repite en los próximos capítulos del 2019 electoral: Neuquén y San Juan.
Con toda la estructura del PRO en funcionamiento, el candidato derrotado en La Pampa, Carlos Mac Allister, en lugar de hacer control de daños amplificó la paliza recibida y se la endosó a Mauricio Macri. "Los que estamos más cerca del presidente podemos tener una situación un poco más complicada”, dijo en declaraciones a Radio 10 durante el mismo día del comicio. Herido tras los resultados, le zampó a sus socios de la UCR: "es muy difícil triunfar cuando todas las estructuras se unen solamente para generar la derrota de alguien".
En todo proceso electoral provincial hay varios niveles de profesionales trabajando para el triunfo de los candidatos. Cuando el candidato tiene relación con el gobierno nacional, está el apoyo territorial, de base, están los encargados de las relaciones con la prensa de las distintas localidades, están los jefes de campaña a nivel provincial y está la verdadera jefatura, la nacional, que no sólo articula estrategias generales sino que incluso baja personal a supervisar las acciones en el lugar. O al menos llama por teléfono seguido.
¿Qué nivel de desmoronamiento tendrá hoy el macrismo como para no haber plantado a nadie para controlar las declaraciones de un candidato 100% amarillo? ¿Cómo puede ser que con el primer traspié en una provincia electoralmente irrelevante ya sufra una metralla de fuego amigo la imagen del presidente? ¿Cuál es el rédito de haber cebado a la UCR en el reguero de internas que Cambiemos tiene en las provincias?
Cambiemos, la marca imbatible de 2017, se ha vuelto la mancha venenosa en 2019, según el primer PRO derrotado en la primera elección, un jugador emblema del Boca de Macri, un funcionario público insignia del ajuste. Y la UCR, que ya se soltó de Macri en los niveles provinciales cuando pudo –véase Mendoza y Jujuy–, ganó con un candidato completamente muletto, una figura que estaba tercera en las preferencias de los correligionarios y que saltó a ese lugar a fuerza de escándalos de los postulantes que previamente estaban en la linea de largada. La estructura territorial del partido centenario hizo el resto.
La unidad en el PJ
A la inversa, la victoria en la interna para la intendencia de Santa Rosa de un integrante de La Cámpora es también un signo, acaso, de la transformación que sufrió el PJ a fuerza de las derrotas de 2015 y 2017.
En primer lugar, el candidato kirchnerista Luciano Di Nápoli se alzó con el triunfo en una interna con muchísima mayor participación que la de Cambiemos. En segundo lugar, Di Nápoli venció al candidato del oficialismo provincial y depositó todas las razones de su triunfo en su expresa adhesión a CFK: el kirchnerismo parece no ser mala palabra. Y en tercer lugar, y con mucha mayor significación, esa interna contuvo a todos los sectores del peronismo.
Cada rasgo se diferencia de lo sucedido en 2015 y 2017. Incluso, 2013. Con negociaciones efectuadas en la Capital Federal, el peronismo viene cosiendo en todas las provincias acuerdos de unidad entre el kirchnerismo, el massismo y el PJ oficial de cada terruño. Córdoba parece ir en ese camino, Santa Fe y Entre Ríos ya dieron su paso , La Pampa también (donde el gobernador Carlos Verna nunca se mostró cercano a CFK, todo lo contrario). En pos de la unidad, el kirchnerismo se muestra capaz de bajar candidatos para fortalecer el espacio, como sucedió en nuestra provincia.
Lo que se mostraba astillado y en el ocaso ahora luce coordinado y en desarrollo, con un horizonte que se va ampliando.
Es poco, es mucho
No se trata de magnificar la interna de una provincia que representa el 0,8% del electorado nacional. Sí se trata de observar cómo fue el funcionamiento político antes y después de esa elección y cómo se repite en las otras provincias del país.
El cronograma electoral marca dos nuevas fechas dentro de muy poco: el 10 de marzo habrá elecciones generales en Neuquén y el 31 de marzo primarias en San Juan. En ambos se repite al menos un escenario: el PJ va completamente unido.
En el caso de Neuquén, la unidad la lleva un kirchnerista, Ramón Rioseco, que enfrentará a un radical de Cambiemos, Horacio Quiroga, y al gobernador del Movimiento Popular Neuquino, Omar Gutiérrez. Por primera vez, parece que el MPN no tiene todas las de ganar, Rioseco puede ser el que desbanque a la tradicional fuerza. El resultado es crucial por razones geográficas. En Neuquén está Vaca Muerta.
El gobernador de San Juan es Sergio Uñac, del PJ, e irá por la reelección. También, todo el peronismo juega por adentro. Cambiemos no tendrá interna, pero uno de los partidos que lo integraba –de raigambre provincial y fuerte apoyo– se desgajó y va con candidato propio, dividiendo los votos opositores.
Una corrección, Cambiemos no se presenta en San Juan. Cómo será la devaluación de la marca que prefirieron cambiarle el nombre a Frente Con Vos. "Es para poder sumar a sectores que no comulgan con el gobierno nacional", reconoció el senador sanjuanino por Cambiemos Roberto Basualdo, quien fuera derrotado en las legislativas de 2017 por 52% a 31%.