Canciones por la memoria reunió a los músicos en el local de Tribus.
“La música sana” dijo sabiamente Cintia Bertolino y ese fue el resumen de la noche que siguió en Tribus Bar y Arte bajo el título Canciones por la Memoria” luego de la marcha por el Día Nacional de la Memoria, la Verdad y la Justicia al cumplirse 43 años del golpe militar. Pero, por supuesto, sanar no significa olvidar. Como así tampoco reunirse en la rockería santafesina por excelencia significó celebrar, ya lo había dicho ese día la presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto, en el acto nacional: “no es una fecha de celebración sino de memoria”. Y así lo demostró el público y cada grupo musical que se presentó en el flamante Tribus esa noche.
En un local repleto, el calor obligaba a que la cerveza recorra las mesas y las manos de los que no tuvieron la suerte de sentarse. Había lisos y porrón, pizzas y fritas para elegir. Y por momentos era raro el contraste: de los recitales que se hicieron históricamente los 24 en la plaza a estar ahora en Tribus, un local privado que rinde culto al rock y que generosamente abría sus puertas de forma libre y gratuita a un evento de esta magnitud. La estructura del show fue dinámica y sin fisuras (por lo menos a la vista): cada banda interpretaba dos o tres temas propios o ajenos pero la consigna es que debían ser alusivos a la temática, cada una era presentada antes por Claudio “Turco” Cherep, quien estuvo a cargo de la conducción.
El show arrancó tal como estaba anunciado pasadas las 20.30 con el grupo Nada Más y Nada Menos en una versión reducida, integrada por Matías Allende (voz y guitarra) e Irene Marchi (en bajo y voz) interpretando un cover de Eruca Sativa para empezar bien arriba “Para que sigamos siendo”, luego con un tema propio “Sé”, para cerrar con la memorable “Vuelos” de la Bersuit Vergarabat.
El segundo número estuvo a cargo de Cintia Bertolino y Franco Bongioanni quienes interpretaron tres versiones que pusieron la piel de pollo, “Quedándote o yéndote”, del Flaco Spinetta, además de una excelente y atinada versión para estos tiempos de “Miren como sonríen” de Violeta Parra. Cerraron con “Los dos gallos”, un anónimo español que alude a la guerra civil española.
Infusión Kamachuí, grupo que explora sonidos y que ya no se puede definir solo desde el rock, arrancó con un tema propio “Ver”, corte del álbum Espesura, para continuar con una canción de un hito de la música popular Horacio Guarany, “Las voces de los pájaros de Hiroshima”. En estas versiones acústicas el grupo con Pablo Ignacio Ferreira (voz), Esteban Lagger (guitarra y mandolina), Iván Wolkovicz (contrabajo), Carlos Bechi (guitarra) y la reciente incorporación de Andrea García en percusión, realizaron para finalizar una original y bella versión de “Enes” de Árbol.
Natalia Pérez (voz) y Pancho Torres (guitarra) hicieron su aparición en el escenario con una hermosa anécdota de la cantante quién contó que en la marcha ella llevaba una imagen en el pecho de un desaparecido y se le acercaron unas personas emocionadas, “creí que me conocían y venían a saludarme pero eran familiares de aquel desaparecido, de la aquella imagen que ella había decidido llevar al azar”. Los temas, clásicos que calan hondo “Canción urgente” de Teresa Parodi y “El desembarco” de León Gieco.
En el quinto lugar aparecieron las guitarras acústicas de Brindisi con las voces de Cristian “Matungo” Deicas y Camilo Hormaeche haciendo una versión de “Gallo rojo” de los Fabulosos Cadillacs, “Hombres de hierro” de León Gieco y para cerrar con “Tu figura” de Carlos Joannas, pionero y referente del rock santafesino con su banda los Bichos de Candy.
El “Turco” Cherep festejó a los que estamos “de la misma vereda” y relató una historia, un cuento de su autoría del libro Deportes, desaparecidos y dictadura. El cuento fue “Sangre de Goleador: Gustavo Papilo Olmedo” y a más de uno se le piantó un lagrimón.
La performance de la Srta Miraflores y Les Musicantes, nuevo proyecto musical liderado por la Negra Niere, fue el anteúltimo número con una presentación que combinó su magia y el poder de una mujer que no se cansa de resaltar la importancia de la lucha por la igualdad de les músiques sobre los escenarios. Completan el trío José Giuranacci en guitarra y también compositor de “El olvido” y “Las cosas del lugar”, dos de los temas escuchados, junto Emilio Lucero en percusión. El último tema fue “Veinte años” de María Teresa Vera, una joya de los 40.
El cierre llegó rapidísimo, antes de las 23:00. El cansancio de la marcha no parecía hacer mella en los cuerpos y era más fuerte el deseo de seguir en comunión escuchando estas canciones. No se tiene la oportunidad de escucharlas todas juntas en vivo muchas veces en la vida. Cuando subieron Agustín Ferrero, Gabriel Barukel y Javier Farelli e hicieron los primeros acordes del tema de Serú Giran “Alicia en el país” el “Ohhh” fue general e hizo vibrar las paredes de Tribus por un momento. Sorprendió ver a los y las pibas más jóvenes cantando la letra. Imposible que los otros, los más entraditos en años, con estos clásicos no les pintara la emoción. Siguió “Sin cadenas” de Los Pericos, para finalmente terminar con “Himno de mi corazón” de los Abuelos de la nada.
Ese fue broche de oro de una noche que tuvo todo: música, cerveza helada, pero sobre todo, clima de unidad, de que todos los que estábamos ahí estábamos de la misma vereda, como había dicho Cherep. Aquella que entiende de que fueron 30 mil, aquella que entiende que no fue una guerra entre dos bandos. Porque la música sana, pero no es perdón, ni olvido.
Sanando las heridas
Para la cantante Cintia Bertolino, integrante del grupo Barro, la idea de la fecha Canciones por la memoria fue una ocasión para compartir con otros compañeros músicos una fecha ante todo “dolorosa”: “Esta invitación me halagó, es un desafío y lo tomé como un espacio para echar un poco de luz ante la oscuridad de esos años y el inmenso dolor que acarreamos hace tantas generaciones y me pareció una oportunidad para trasmutar ese sufrimiento, honrando la lucha de las Madres. Creo que contar lo que pasó a través de la música es una buenísima idea, sanadora”.
Con respecto al repertorio que eligieron, la cantante afirma que se basaron en temas muy significativos para ellos, como “Quedándote o yéndote” del Luis Alberto Spinetta, “que para nosotros es un manifiesto, uno de Violeta Parra que a los dos nos cautivó desde siempre y ‘Los dos gallos’, que es un anónimo español que se contextualiza en la guerra civil española y la lucha anarquista. Son los hechos que siempre se van repitiendo (tristemente) en la historia. Nos pareció que había una conexión con todas las dictaduras y por supuesto con la que pasó en argentina”
Franco Bongioanni, compañero de Cintia en la música y en la vida, nació en plena dictadura militar (1978) y recuerda que tuvo una familia donde el tema se hablaba claramente. “Con mi hermano de chicos fuimos conscientes de las historias de los amigos de la familia que desaparecían y que se iban. Crecimos con miedo al ejército y a la policía, por más de que uno no las haya vivido directamente, quedan impresas en el cuerpo, por eso nos sensibilizan tanto las historias de ese momento, uno no puede concebir una maldad que trasciende toda lógica y toda humanidad”.
Hay esperanza
Por su parte, los chicos de Infusión Kamachuí interpretaron dos temas, uno de Guarany y otro de Árbol “Enes” que llevaron adelante en una versión acústica que incluyó a Iván Wolkovicz en el contrabajo y la reciente incorporación, Andrea García, en vez de la batería en el bombo. Ivan comenta que “si bien ninguno de nosotros vivió en carne propia la dictadura con respecto a la gente de mi juventud que opina que es mejor que ese pasado vuelva yo digo que no doy cabida a ese tipo de discurso, no avalamos para nada ese momento de la historia. Yo mismo milito en una agrupación de músicos independientes, si hubiera estado en esa época seguro hubiera sido un desaparecido. Por eso los que dicen ‘algo habrá hecho’ es muy fuerte, yo que estuve muy lejos no se puede ni dimensionar”.
Wolkovicz, de acuerdo con la afirmación de que las políticas de ajuste que está llevando adelante el gobierno siempre implican censuras, deja ver un viso de esperanza: “yo creo que hoy en arte podemos encontrar otras maneras, no pasa tanto lo de la censura de expresión como en aquella época, porque si bien existen los recortes gubernamentales, pero se puede llegar igual a la gente a través de las redes sociales. Si yo hago una canción, la grabo en mi casa o con mi celular, la puedo hacer circular. Ese tipo de censura tal como fue en la dictadura, ahora con las nuevas tecnologías quizás no se vive tan así”.