La AFA presentará este sábado 16 un plan para empezar a profesionalizar el fútbol femenino. Una lucha colectiva que tuvo como punto de quiebre la presentación judicial de Macarena Sánchez.
En la misma conferencia de prensa donde se presentaba el trofeo de la Copa del Mundo femenina que se jugará este año en Francia, en una de las salas del predio de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en Ezeiza, el presidente de la entidad Claudio “Chiqui” Tapia se despachó con un anuncio deseado pero inesperado: “Vamos a acompañar de manera económica a los 16 clubes de primera para que el profesionalismo y el desarrollo del fútbol femenino sea para siempre”. No dijo mucho más y convocó a otra conferencia para este sábado 16, para realizar el anuncio oficial.
Luego de ese momento, algunos medios y periodistas cercanos a la AFA comenzaron a “filtrar” números, fechas, planes. Según estos trascendidos, la casa madre del fútbol argentino aportará 24 millones de pesos para profesionalizar 11 jugadoras por cada equipo (son 16) que hoy juega en la Primera División de su torneo.
“Vamos a ser la comisión que consiga la igualdad de género en el fútbol”, disparó Tapia, para finalizar la conferencia. Pero como en muchas otras ocasiones, y sobre todo cuando se trata de medidas o leyes que apuntan a ampliar los derechos de las mujeres, estas decisiones políticas de las dirigencias siempre vienen motorizadas por la lucha del sector que se ve directamente afectado por la ausencia de estas normativas. Es claro, estas medidas jamás hubieran sido posibles sin el trabajo incansable de las mujeres del fútbol.
La santafesina Macarena Sánchez Jeanney es hoy la cara de esta lucha por la profesionalización del fútbol. La hoy ex jugadora del club UAI Urquiza de Buenos Aires venía desde hacía tiempo visibilizando las desigualdades en el fútbol femenino, con una fuerte militancia que de a poco comenzó a ser amplificada por buena parte del movimiento de mujeres del país. Esta exposición no fue gratuita para Maca: en enero fue desvinculada del club, en medio de la temporada, lo que la dejó sin posibilidades de incorporarse a otro club hasta el final de la misma. La santafesina fue por todo y demandó a la institución deportiva y a la AFA para que la reconozcan como jugadora profesional.
Aunque ni el club ni la AFA se hicieron cargo de esto, el pedido por un “fútbol femenino profesional” corrió como pólvora. Banderas dentro y fuera de las canchas, en espacios y actividades feministas; apoyos públicos de referentes de la cultura, como el Indio Solari, y de la política, como la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Notas en todos los medios nacionales y en The Guardian, The New York Times, El País, la BBC, y un largo etcétera.
El 8M, en Buenos Aires, Macarena se encontró con su rostro en las paredes de los alrededores del Congreso de la Nación. Se volvió bandera. Pero en ese día de lucha, no marchó sola. Estaban ahí también las que iniciaron este camino, las Pioneras del Fútbol Argentino, jugadoras que decidieron reunirse y buscar a todas las pioneras desperdigadas por el país, con el objetivo de rescatar la historia del fútbol jugado por mujeres, aportando a la visibilización del mismo y a este proceso de profesionalización desde la experiencia que dan los años. El jueves 7, dos de ellas, Lucila Sandoval y Mónica Santino, recibieron un reconocimiento a su trayectoria por parte de AFA y, en la foto con Tapia, pusieron en primer plano el cartel del reclamo por el fútbol femenino profesional. Al Chiqui no le quedó otra que sonreír para los flashes. Trabajo en equipo de las pibas de hoy y las de ayer, para marcarle la cancha a la AFA.
Las jugadoras de la Selección Argentina también tienen un rol importante en este proceso. En 2017 se le plantaron a la Asociación del Fútbol Argentino con un paro, luego de no recibir los viáticos (de $150) y de que las hicieran dormir en un colectivo antes de un partido contra Uruguay. La visibilidad total la lograron en la Copa América de Chile, el año pasado, cuando en el mismo campo de juego realizaron un reclamo para ser oídas y respetadas.
¿Qué es lo que viene entonces para el fútbol jugado por mujeres en el país? Hay que esperar los anuncios oficiales que AFA haga el sábado, pero es un hecho que a partir del próximo torneo –que arrancará en julio, luego del Mundial– ya habrá jugadoras con contratos y cobrando, al menos, un salario mínimo. Pero las jugadoras que están más activamente llevando adelante este reclamo, no sólo piden un sueldo: buscan que este sea el comienzo de plan a largo plazo, que año a año incluya a más futbolistas y que a las que vayan quedando en el amateurismo se les den algunos beneficios, como una obra social y no tener que pagarse ellas mismas la ropa, el transporte y cualquier otro gasto que les implique representar a su club.
Para el resto de las jugadoras del país estos avances tardarán más en llegar, ya que el torneo de AFA al que irán los recursos no es federal. A diferencia del campeonato de primera masculino, donde hay equipos de distintas provincias, el torneo femenino de Primera División sólo está conformado por equipos de la provincia de Buenos Aires, aunque para el próximo torneo está prevista la incorporación de Rosario Central.
El único anuncio que se espera para las pibas que no juegan en Buenos Aires es una competencia similar a la Copa Argentina, que también fue adelantada por Tapia, pero sobre la que no brindó mayores detalles. Ese sería el primer paso hacia un torneo realmente federal que comience a saldar las inequidades no sólo de género sino regionales.