El espacio gestionado por la agrupación La Poderosa abrió sus puertas en barrio Chalet.
“¿Dónde está la cultura popular? ¿Qué significa preguntarse por esas cuestiones en la cultura contemporánea? ¿Tiene eso algo que ver con el poder?”, se preguntaba Pablo Alabarces, sociólogo argentino, en una ponencia que dio en Córdoba en el año 2002.
Recién salidos del menemismo, en pleno duhaldismo, existía -y aún hoy persiste- una crisis de representación política de los sectores más periféricos de la sociedad. No es casual el canto que se hizo un himno masivo: “que se vayan todos”. El menemismo dejó como herencia, en gran parte de la sociedad, una desconfianza en la clase política. Es así que al calor de la crisis, el hambre y las ollas populares, fueron apareciendo movimientos sociales desde los barrios. Es muy importante la palabra "desde", porque marca una ruptura en el origen del sentido que se produce desde estos movimientos: el discurso nace a partir de los mismos habitantes de los barrios y son los pibitos de las villas los que pueden contarse, y no que los narre un otro, ajeno, extraño, extranjero.
Es así que hace dos años se conformó una asamblea de La Poderosa, en el barrio Chalet de nuestra ciudad. Este es un movimiento social y villero, que tiene su origen en el barrio de Zabaleta, Buenos Aires, en 2004. Hoy la organización tiene más de 90 asambleas en Argentina y también en otros países latinos como Brasil o México.
La idea siempre fue la misma: hacer de la villa un lugar digno, un lugar donde ser, pero sin resignar nada de lo culturalmente propio. Y aunque lo popular sea inaprensible, porque desde que se intenta tomarlo por el lenguaje lo estamos narrando mediante una institución que no es propia del pueblo sino de una minoría, es sumamente necesario disputar esa hegemonía dominante. Y qué mejor que disputar la hegemonía apropiándose y generando espacios culturales.
Centro Cultural Marielle Franco: un lugar poderoso
Con el objetivo de disputar la idea de cultura hegemónica, La Poderosa inauguró el viernes pasado un centro cultural en J. J. Paso 3971, barrio Chalet, que lleva el nombre de la concejala de Río de Janeiro, Marielle Franco, asesinada el año pasado.
El nombre viene a representar algo que en La Poderosa dejan bien en claro: ser villero o favelero es un orgullo, es parte de una identidad colectiva que se quiere invisibilizar, borrar, porque incomoda. El asesinato de Marielle es la muestra clara de esto: el Estado asesinando a la favela y a la villa, cuando canta verdades.
La inauguración arrancó cuando el sol empezaba a caer, cerca de las siete de la tarde. Los primeros artistas que se presentaron fueron la murga La Mueca del Rejunte. Los vecinos y vecinas disfrutaron del ritmo y el color, que se abría paso por la calle. Los trajes verdes y azules de los integrantes de la murga brillaban en el atardecer santafesino y no fueron pocos los que se pusieron a bailar junto con ellos.
Luego fue el turno del freestyle, en las voces de tres jóvenes raperos de la zona que prepararon el terreno para el show de Dale Manija. El quinteto folklórico interpretó canciones mayormente de su autoría: zambas, huaynos y chacareras con color andino y letras con fuertes tintes políticos y sociales. Para cerrar la noche a pura fiesta, llegó Yo Cumbia, que interpretó varios clásicos con los que hizo bailar en la vereda a toda la barriada de Chalet.
En medio de los festejos, Pausa conversó con María Claudia "la Negra" Albornoz, vecina del barrio y militante de La Poderosa.
—¿Por qué nace este centro cultural y con este nombre?
—El centro cultural nace con la necesidad de encontrar un lugar y espacio para la cultura villera. Donde podamos reproducir aquellas representaciones del barrio empobrecido que nos hacen bien. Le pusimos Marielle Franco porque es una mujer que representa la posibilidad de haber llegado a disputar política, ella que era una favelada, una empobrecida, y que obviamente fue truncada por la derecha latinoamericana asquerosa, que está creciendo enormemente en la Patria Grande.
—¿Cuáles son estas representaciones que quieren reflejar desde acá?
—Nuestras representaciones tienen que ver con esta cultura, que no es la cultura hegemónica que por ahí sí se ve en el centro, o en los grandes centros culturales que tiene la Provincia y la Municipalidad de Santa Fe, donde muchas veces el oeste no tiene lugar. Nosotras creemos que cultura se hace en todos los lugares y que la cultura de las barriadas es muy necesaria, sobre todo para las pibas y los pibes empobrecidos que no tienen lugar para poder expresarse, para poder cantar, bailar, tocar cumbia o murga; esas expresiones que para nosotras son tan cotidianas, inclusive tomarte un bondi, tener que vestirte diferente para salir del barrio, que te miren distinto. Nosotras queremos reivindicar esto de que los pibitos se tengan que sacar la gorra porque sino parece que por portación de cara ya los empiezan a mirar mal.
—Tiene mucho que ver con la identidad, con cierto orgullo, que por ahí algunes quieren borrar o invisibilizar, callar.
—Exactamente. No queremos lo impuesto, queremos lo nuestro. Queremos hacer lo que nos gusta de la manera que nos gusta, sin que nos guíen en ese hacer. Porque hay centros culturales que son hermosos en Santa Fe y a veces vos entrás y hasta te da miedo tocar cosas, porque parecen museos. Y nosotras queremos habitar los espacios de otra manera. Acá pintamos nuestros murales, elaboramos nuestras consignas, esas que tienen que ver con la inundación, con la reivindicación de la memoria y la justicia o con la misma Marielle, representando a una mujer villera, afavelada, latina. Estas cosas que por ahí no encontramos en esa hegemonía son las que queremos representar y por eso lo hacemos a nuestra manera.
—¿Por qué creés que no hay lugar en las instituciones tradicionales para las representaciones villeras?
—La reproducción de la cultura tiene mucho que ver con el poder. El poder impone cierta manera de entender la música, el baile, y en esta lógica, lo villero está mal visto, pareciera que vale menos. Y tiene que ver obviamente con un sistema capitalista donde quedan expulsadas muchas personas, que supuestamente no producimos, que somos vagues. Esas representaciones no están puestas en algunos lugares de la ciudad de Santa Fe, sobre todo donde se intenta "concentrar y fabricar" cultura. Por eso necesitamos estos espacios en las barriadas, en función de poder encontrarnos de otra manera.
—Si tuvieras que nombrar alguna percepción de cultura que tenga La Poderosa ¿qué dirías?
—La Pode es siempre desde abajo. Es esta construcción del barrio empobrecido, entender que lo que hacemos es cultura, apoderarnos de esta idea. La Poderosa rima siempre, porque rima la cumbia, rima el rap, y son cuestiones con las que nos identificamos. Nosotras rimando podemos decir mucho, y es más, rimando y jugando con las palabras es que podemos romper con ciertas ideas. Entonces el objetivo es que este centro cultural se llene de palabras, sobre todo de rimas de pibes y pibas que no tienen acceso a la cultura hegemónica.
—¿Se trata de jugar un poco en este contexto de crisis, tratar de encontrar un poco de alegría?
—Sí. Lo pensamos así. Nosotras arrancamos en el salón que está al lado del Centro Cultural con un comedor para 140 personas de la familia poderosa. Nos gustaría poder darle de comer a todo el barrio, no podemos. Pero ahora pudimos cocinar sábado y domingo, y que esos días que está la escuela cerrada, los pibes y las pibitas puedan comer. Y después entendimos también que necesitamos de la alegría, que la tenemos, aunque la macrisis nos destroce, aunque nos caguen a palos, aunque nos metan en cana. Tenemos la alegría porque sino no podríamos salir adelante y no podríamos planificar. La felicidad que te da una cumbia, ponerte a bailar entre vecinas y vecinos, es algo increíble en el contexto en el que estamos, que las familias no tienen ni siquiera para pagar la olla. Por eso vemos que es tan necesario construir estos espacios, para generar esos momentos en los que nos encontramos y podemos sacar esa alegría y compartirla, para fortalecernos y seguir, porque sino sería muy difícil.