La actriz Florencia Ordiz habla sobre el show Hago lo que puedo, soy de la generación polimodal.
Con fecha para este domingo 26 de mayo en El Birri (General López 3698) Hago lo que puedo, soy de la generación polimodal presenta a Florencia Ordiz, Mariano Rinaldi e invitades de ocasión en un “ensayo artístico” que mezcla performances musicalizadas, medleys de canciones de Britney Spears con recitados de algún pedazo de trabajo práctico de la secundaria: “Es una especie de síntesis de lecturas sobre ese sistema educativo, de los consumos culturales de la época y de cosas de mis carpetas de la escuela”, cuenta Flor, encantada con cada uno de los elementos que termina de enumerar. El ingreso al show, que va a empezar a las 21:00, va a ser a la gorra.
El proyecto nació el año pasado en forma escénica, contó con la ayuda de solistas invitades, como Dante Leonel, Juan Saba y Cande Fernández, que tocaron algunos covers a pedido (Daniela Herrero, Ahora) con el motivo de ilustrar los tempranos 2000, época de mayor revuelo social en el que algunos docentes verdaderamente se convertían en luchadores de la educación aulas adentro: “Este sistema educativo era re precarizado. Yo tengo el recuerdo de mis docentes del IPEI haciendo lo que podían, tratando de no bajarte algo súper lavado ideológicamente, la profesora de Educación Ética hablándonos de la dictadura con temas de Charly. Yo no creo que eso haya estado en la currícula, ahí había un compartir esa cosecha propia y bueno, ahora como adulta yo también me tengo que plantear qué hago con estas condiciones precarias que tengo o con esas instancias en las que parece que el sistema te baja línea”. Ahora que vos estás precarizado, hacé memoria de aquel profesor y pensá en los momentos de mierda en los que tenía que llegar al aula y darle clases a pibes que sufrieron en la piel y en las panzas las consecuencias de una sociedad permanentemente en crisis.
Retomando las definiciones primarias de este espectáculo, se le contó a Pausa que este “es un grupo interdisciplinario que va a trabajar distintos materiales, como archivos personales y productos de la industria cultural, aplicando método científico. ¡Ja! ¿Cómo llegamos al ‘método científico’ dirán? Bueno, hicimos un recorte temporal justificado por decisiones. Parte de lo que somos o cómo nos hemos formado tienen consecuencias en nuestro presente; si de alguna manera ya nos están acortando contenidos, las políticas de ajuste, terminan siendo escenarios naturales para nosotros, y por eso nos parece que está bueno el show, porque viene a cuestionarnos, no es solamente algo ilustrativo y poner canciones de Britney”.
Rescatando las carpetas
La bibliografía obligatoria para la producción de este show salió de volver a leer las carpetas de la escuela, en las que –hoy– descubrimos los hilos que llegaban hasta las consignas que copiábamos del pizarrón: “Por ejemplo, me encontré con un ejercicio que era analizar una noticia en la que se hablaba del recorte de puestos laborales. Pensándolo y revisándolo hoy, como que estaba presente todo el tiempo el hecho de que nos preparaban para largarnos a ese mundo de precarización. Por eso el material me pareció súper interesante y, sobre todo, útil para ilustrar, complejizar y analizar ese período, el qué onda ser adolescente en ese momento, con el 2001, en Santa Fe que sufrimos la inundación en 2003. Me acuerdo de escuchar ‘Color esperanza’ en el patio de la escuela.”
—¿A qué profes recordás como dándolo todo “a pesar de”?
—A muchos. Me acuerdo de María Elena, que nos presentó el realismo mágico, a Kafka y que nos dejaba elegir un libro para leer durante el año con preguntas para cada uno. También de Hugo Suñer, nos daba de trabajo final hacer un corto a voluntad. Nos juntábamos a hacerlo en horarios fuera de clase, se generó algo súper copado, todos la pasábamos bárbaro. Después de eso empecé teatro. Esto también tiene algo de reflexión hacia esos adultos que pasaron por esta disyuntiva entre limitarte a hacer lo que te decían o dejar algo más.
En este montoncito de ideas y experiencias el fuego se prende, pareciera, con una chispa similar a la de “Another brick in the wall”, como una visita crítica a los modos de producción en serie: “Con el polimodal como que se hizo carne la creación de gente que debe insertarse al mercado laboral, no prepararlos para la vida cívica ni en los valores éticos, directamente que se formen como individuos productivos. Me acuerdo de un compañero que en clase dijo una vez: ‘Che, si está dura la mano y nadie consigue trabajo de lo que estudió, ¿por qué no hacemos lo que queremos y listo?’, y yo pensé ‘Hey, está re bien lo que dijiste’, porque si vamos al caso, con el pragmatismo de estudiar algo redituable la cosa no estaba yendo bien”.
Con la Ley Federal de Educación, un adolescente tenía que hacerse cargo antes de los 15 años de elegir la orientación de su plan de estudio, pensando ya en que su (en el mejor de los casos) futuro universitario no iba a pasar por Humanidades sino por Química. Y así, cada vez que revisamos atrás de una carátula distinta, siguen notándose más los huecos que los aciertos de nuestras clases: “¡La importancia de la educación sexual! en ese momento no aprendimos nada. Bueno, hay un diálogo con las necesidades del ahora viendo esa especie de torpeza con la que se manejaban asuntos como la menstruación, que era todo un tabú, algo que había que ocultar. Ahora podrían ser situaciones más cómicas que otra cosa, botiquín y al baño y chau”.