La previsible derrota de Cambiemos en La Pampa alcanzó otra vez porcentajes abrumadores, el PJ mejoró su perfomance respecto de 2015 y además le arrebató al oficialismo nacional las dos ciudades principales: Santa Rosa –donde ganó un candidato de La Cámpora– y General Pico.
La Pampa trajo la primera noticia amarga para el oficialismo nacional –la derrota interna de un pollo dilecto de Mauricio Macri, el futbolista Carlos Mac Allister– y ahora se convierte en un capítulo más, el noveno, en la retahíla de derrotas de Cambiemos. Ya con esa derrota en febrero el Colorado le zampó a su mentor un jab que lo dejaría groggy para el resto del año. En lugar de hacer control de daños amplificó la paliza recibida y se la endosó a Mauricio Macri: “Los que estamos más cerca del presidente podemos tener una situación un poco más complicada”, dijo en declaraciones a Radio 10 durante el mismo día del comicio.
Por qué la interna de La Pampa fue mucho más que una derrota del PRO
El PJ nunca perdió en La Pampa desde el retorno de la democracia. Los porcentajes de este año muestran que su poderío creció. Sergio Ziliotto obtuvo el 52,5% de los votos, Carlos Verna había obtenido en 2015 el 48,6%. Pero, además, un joven camporista, Luciano Di Nápoli, venció sobre otro joven, gran promesa radical de Cambiemos, que era el intendente de Santa Rosa, Leandro Altoaguirre. En General Pico sucedió otro tanto, donde Fernanda Alonso será la primera intendenta mujer de su historia, tras batir a un cambiemita de muy alto perfil, el diputado nacional Martín Maquieyra.
Todos pierden en el oficialismo nacional. Mac Allister, tras ser derrotado en la interna contra el radical Daniel Kroneberger, se mandó a guardar. La Casa Rosada se desentendió de sus aliados, mientras que sus aliados hicieron todo lo posible para no oler siquiera remotamente a macrismo. El panorama es de ruptura, acefalía y desbande, con carroñeros disputándose los jirones de un proyecto que con arrogancia pretendía en 2017 reconfigurar todo el orden político nacional.
A esta altura del ciclo electoral, parece que el PRO y la UCR deberían preocuparse por resguardar lo poco que les queda, como Mendoza, Jujuy, Buenos Aires y Capital Federal. Corrientes también es de Cambiemos, pero tiene el cronograma electoral desfasado. La UCR ya perdió la capital de Córdoba, la de La Pampa y su segunda ciudad, y tiene las cartas echadas en la intendencia de Santa Fe y de Paraná.
Mendoza irá a primarias este 9 de junio. Será un superdomingo, ya que también se dirimirán las gobernaciones y demás cargos de Jujuy, Tucumán, Chubut y Entre Ríos. Alfredo Cornejo y Gerardo Morales tienen grandes chances de revalidar sus títulos, aunque la nueva ola de unidad del PJ puede generar alguna sorpresa, sobre todo en el norte.
Como es sabido, Buenos Aires y Capital Federal no desdoblaron su elección. La provincia está claramente en disputa, el PJ tiene una buena oferta electoral para enfrentar a la blindada María Eugenia Vidal, fuera de que el conurbano es un caldero de pobreza neoliberal. Es de esperar que Cambiemos al menos retenga la Capital Federal. El epicentro del país fue una aspiradora de los recursos nacionales, beneficiándose con obras faraónicas que no se vieron en ningún otro lugar del país. Y además, el electorado más letrado y rico de la nación tiene entre otros gallardetes haber entronizado al menemista Erman González –la única vez que triunfo el peronismo en esa ciudad–, a Fernando De la Rúa, a Mauricio Macri y a Elisa Carrió. (El joven PC Aníbal Ibarra está en esa lista, vale decir que nunca hubiera llegado a ese lugar de no estar pegado en la lista con De la Rúa). En el repaso de esos nombres se revela la potencia, la dirección y la realidad concreta de la política, la sociedad y la cultura porteñas.